Vitoria. Unos no pueden comprar nada. Otros están peleando como pueden para seguir abiertos. Y los hay que vienen arrastrando serias dificultades para darse a conocer y dotarse de una vida consistente. No es sólo por la crisis económica, pero no hay duda de que la falta de financiación tiene buena parte de culpa de la situación actual. Eso sí, sobre la mesa está el hecho de que la falta de un rumbo, de unas metas, de una política a corto y largo plazo influye y mucho. Aún así, a pesar de todo lo negativo que se puede percibir, sería un grave error no valorar la importancia del trabajo que día a día realizan los museos del territorio, espacios que, como los del resto del planeta, ayer celebraron su día, una jornada festiva y de reivindicación que también debería traducirse en una profunda reflexión sobre hacia dónde se encaminan y qué pueden ofrecer a una sociedad que, cada vez más, percibe el hecho cultural como algo ajeno y extra.
A lo largo de los últimos días han sido diferentes los actos que se han organizado con motivo del Día Internacional de los Museos, y hoy no será una excepción para aprovechar el fin de semana. El Bibat, por ejemplo, tendrá talleres abiertos para los más pequeños al mediodía. El Bellas Artes de Álava, por su parte, acogerá toda una serie de actos organizados por AMBA que arrancarán a eso de las diez de la mañana y terminarán bien entrada la tarde, actividades que irán desde la lectura de relatos hasta un concierto pasando por diferentes demostraciones de pintura, sin olvidar que el centro acaba de abrir una exposición dedicada a Pablo Uranga. Y Artium, con la tarifa Tú decides, contará también con talleres, visitas guiadas, performances y conciertos, todo ello en un día en el que se pondrá en marcha la propuesta de la cápsula del tiempo para que los visitantes puedan hacer sus aportaciones (se podrá participar también mañana).
Pero todas estas actividades no pueden ocultar una realidad y es que los espacios del territorio están pasando por dificultades importantes, más allá de que el número de asistentes a sus salas alcance unas cifras u otras. Y no sólo ellos. Ahí está la situación por la que está pasando la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Álava y Artium, cuyas penurias económicas están poniendo en peligro la intensa labor de una veterana agrupación que, con todo, no tiene ninguna intención de tirar la toalla.
Pero la realidad dice que, por ejemplo, Artium no puede realizar adquisiciones este año, sin mencionar que se han tenido que aparcar sine die proyectos como el de su plaza interior o la publicación editorial en la que estaba trabajando. No es el único caso. Ahí está lo que está sucediendo con el Etnográfico de Artziniega, cuya supervivencia es casi un milagro. La lista de problemas es larga: nula presencia en el mundo virtual, problemas con algunas sedes como pasa con Ciencias Naturales, casi ninguna propuesta de exposiciones temporales... Y se podría seguir.
Con todo, negar la relevancia de algunas colecciones, no sólo la de Artium, como la de Bellas Artes o Ciencias Naturales sería caer en un menosprecio que los museos alaveses no se merecen. Material humano y artístico y científico hay, la cuestión es cómo encontrar las teclas adecuadas para cambiar la tendencia, más allá de que existan recursos económicos o no tantos. Y eso también debe suponer una implicación de la sociedad alavesa con unos espacios que, al fin y al cabo, le pertenecen.