Pamplona. José Ovejero defiende las posibilidades de compromiso con la realidad que todavía hay en el arte, aunque no se prodiguen en el mercado -aunque no las veamos, o no las queramos ver-. Como las que vincularon a la literatura a esos Escritores delincuentes de los que el madrileño ha convertido en protagonistas de su último libro. Autores como Burroughs, Álvaro Mutis o Anne Perry, interesantes no solo por sus vidas, sino también por la relación entre su biografía y su obra.

¿Para que haya escritores delincuentes tiene que haber lectores cómplices?

(Ríe) Bueno, la mayoría de los escritores delincuentes cuando empiezan a escribir ni siquiera tienen lectores. Empiezan desde la cárcel, muchos de ellos no pueden sacar esos escritos de allí, o sea que escriben por la necesidad de contar y piensan muy poco en ese lector. El lector no es cómplice a no ser que le des buena literatura. No se trata de leer a alguien solo por su vida o por lo que haya hecho, tiene que contarlo bien. Yo he elegido a una serie de escritores delincuentes basándome en parte en ese criterio: que todo lo que cuentan está bien contado.

¿Y qué influencia encuentra en su obra de ese pasado delictivo?

Una de las cosas que me llamó la atención es que casi todos los escritores delincuentes en algún momento hacen literatura autobiográfica. Les une esa sensación de literatura urgente, esa necesidad de sacar de sí mismos lo que les ha pasado.

Hay por ahí muchos fuera de la ley que ocupan altos cargos y son inmunes... ¿Somos los ciudadanos de alguna manera responsables de esa injusticia, un poco cómplices?

En parte sí, en el sentido de que a menudo dejamos que prime nuestra ideología sobre nuestro sentido de la justicia. Es decir, que alguien del PP prefiera votar a otro del PP aunque sea un corrupto. Digo del PP pero podría decir otros porque hay en todos los partidos, aunque es verdad que en unos más que en otros... Y también somos responsables de no exigir la suficiente transparencia, ahora se habla mucho de ello en relación con la Casa Real... No somos lo suficientemente exigentes con eso que llamamos el sistema.

¿La literatura es terreno de libertad?

No, aunque queda mejor decir que sí... Pero no lo es, tienes imposiciones, editoriales que hacen una determinada selección, un mercado que impone unos gustos y relega otros, hay presiones... Muchos escritores hacen aquello que se espera de ellos. Y eso no es la libertad. Curiosamente, para esta gente que está en la cárcel a veces la escritura sí es un territorio de libertad, porque escriben precisamente para sortear el confinamiento, para salir de esos muros e inventarse otros mundos, para tener control de aquello que están contando cuando no pueden controlar sus propias vidas... Para los escritores presos la literatura puede ser territorio más libre que para un escritor que está en la calle.

Hace poco se celebra el día de la libertad de prensa, un terreno también con demasiados intereses...

Libertad de prensa... Ja. Una vez oí a un director de un periódico belga que decía: la prensa es libre, los periodistas no.

Si los ciudadanos escuchamos o leemos lo que de antemano queremos recibir, ¿dónde quedan el descubrimiento, el conocimento, el cuestionamiento?

Pues queda muy poco, porque al final acabas cediendo ante esa selección que te llega ya hecha. Casi todo el mundo se interesa por el fútbol, porque te están dando fútbol todos los días de la semana prácticamente... y acaba siendo el tema de conversación de tus amigos. Aunque a ti al principio, como es mi caso, no te interesase tal cosa, llega un momento que es tal el aluvión, que te arrastra. Y eso pasa también con los gustos literarios. Estoy convencido de que los mejores escritores no son necesariamente aquellos que son los más conocidos. Pero los escritores más exigentes, más complejos, son más difíciles de comercializar. Y como no venden tanto, la prensa no les da tanto espacio; y como la prensa no les da tanto espacio, no venden tanto... acaba siendo un círculo vicioso.

Para sacudir la pasividad ha escrito el ensayo 'La ética de la crueldad', por el que acaba de recibir el Premio Anagrama. ¿Por qué la crueldad?

Porque creo que la crueldad es buena en el arte. Esa crueldad rebelde que intenta atentar contra las falsas verdades y los valores impuestos. Yo la llamo crueldad ética, porque impulsa un cambio en nuestra manera de ver el mundo y de entendernos; nos impulsa a ponernos en tela de juicio a nosotros mismos y a nuestras ideas y sentimientos. Eso de que el arte debe crear belleza me parece una soberana estupidez, el arte está también para muchas otras cosas. No digo que no pueda crear belleza, pero no tiene que limitarse a eso. Y en la literatura ni eso. Hoy te dicen: es que una novela ante todo tiene que ser entretenida. No. ¿Por que tengo que escribir yo novelas entretenidas? Para eso veo un concurso televisivo, si es para pasar el rato.

¿Hay suficiente 'literatura cruel', que se comprometa con la realidad?

Pues ahora mismo hay poca, por el círculo vicioso del que hablaba. Porque si es cruel puede ser desagradable, si es desagradable tiene menos público, si tiene menos público se le da menos espacio, etc. Vivimos en un tiempo de literatura muy conforme.

¿No queremos ver?

No, en el sentido de que no nos compremetemos. Hoy somos espectadores pasivos de casi todo. Intentamos evitar el riesgo, el peligro, el dolor.

¿Se puede ir hoy realmente a contracorriente?

Pues es muy difícil, porque una de las características principales del mercado es su capacidad de absorberlo todo. Cualquier rebelión acaba siendo asumida: el Ché Guevara acaba en las camisetas de un montón de gente, igual que te pueden comercializar el 15-M... La transgresión tiene fecha de caducidad, porque incluso aquello que es transgresor en un momento, se convierte en moda.

Ha impartido estos días un taller de creación literaria en Pamplona, ¿cree que se enseña lo suficiente a saber leer y a interpretar la literatura?

No lo suficiente, da la impresión de que como leer sabemos todos, no necesitamos que nos ayuden. Y he dado talleres de lectura en los que los asistentes se dan cuenta de cuánto se está perdiendo porque no leen de una determinada manera, más atenta... A nadie le sorprende que tenga que aprender para ver un cuadro contemporáneo, pero al escritor contemporáneo parece que le puedes entender todo solo porque sabes leer. Pues creo que no.

Volviendo a la delincuencia y la crueldad, ¿la escritura es redentora?

No. La escritura no nos redime. Hay escritores que han utilizado la literatura para salir del mundo en que estaban, y hay otros escritores que han escrito y han seguido no solo en la delincuencia, sino en el malestar, en el odio, en la infelicidad... A veces sí se ha pensado que si alguien es un gran escritor no puede ser un gran delincuente, o no puede ser un sinvergüenza o alguien realmente brutal. Pues lo siento, también había nazis de extrema sensibilidad artística que enviaban a judíos a la cámara de gas. La sensibilidad, el arte, no nos hacen necesariamente mejores. Es decepcionante, pero es así.