Cualquier ciudad o pueblo puede contar una y mil historias diferentes de lo que sucede cada día entre sus calles. Incluso la misma pero desde distintos puntos de vista. No hay una única huella, son infinitas y, por tanto, guardar esas memorias al completo es del todo imposible, aunque se intenten contar oralmente, escribir, filmar, difundir... Aún así, aunque existan pasos que se quedan en el camino olvidados e irrecuperables, casi cualquier ser humano intenta guardar para dejar experiencias familiares, conocimientos profesionales, vivencias sociales... Desde hace algo más de siglo y medio, una de las herramientas fundamentales para ese registro (nunca inocente, eso sí) es la fotografía. A ella vuelve estos días la Sala Fundación Caja Vital para recuperar una parte del pasado de la sociedad vitoriana y conectarlo con su presente a través de la exposición VTV, del blanco y negro al verde, que permanecerá abierta hasta el próximo 17 de junio.

Dos partes fundamentales componen esta muestra. La de mayor peso espacial y numérico es la que se ha realizado con una simbólica selección de los fondos que custodia el Archivo Municipal de la capital alavesa y que se traduce, de cara al espectador, en más de 400 instantáneas de un catálogo que hoy cuenta con más de 500.000 referencias. La zona que menos ocupa, pero sin que eso le quite relevancia, es la compuesta por once fotógrafos profesionales de la actualidad, que aportan su visión propia sobre los vitorianos y su ciudad.

A estos dos troncos fundamentales hay que unir tres ramas también relevantes. Una, la que conforman cientos de cámaras y utensilios varios de las últimas décadas, incluyendo las recientes tabletas, móviles y demás soportes relacionados con las nuevas tecnologías. Dos, y siguiendo este hilo, la que ofrece la posibilidad de que cualquiera podrá participar en la muestra mientras esté abierta al público mandando las imágenes que capte con su teléfono al 608 281 850 bien a través de un mensaje multimedia o de WhatsApp, instantáneas que se reproducirán en la Sala Fundación de manera constante. Y tres, la que aporta un documental sobre la historia de la fotografía que se puede seguir en el espacio ubicado en la plaza de los Fueros.

Con todo ello, la intención es sencilla: hacer un repaso a los cambios que ha vivido la capital alavesa desde la década de 1860 hasta este 2012 en el que Gasteiz es Green Capital, algo que también tiene su peso en esta propuesta, sobre todo en el diseño y montaje de la muestra. ¿Se podrían haber hecho otras selecciones y lecturas? ¿Hubiera sido posible fijar más la atención en unos acontecimientos que en otros? ¿Cabría la posibilidad de...? Sí, seguro. Con tanto material entre las manos, las posibilidades son incalculables. Pero la Sala Fundación Caja Vital invita a ver la que ahora acoge y que cada uno decida.

Camino social e histórico En el apartado correspondiente al Archivo, el recorrido comienza hacia 1867 (es año de realización que se estima porque no se está del todo seguro) a través de una imagen de autor desconocido en la que se puede ver un momento del mercado que antaño se hacía en la plaza de la Virgen Blanca. La última instantánea, la que cierra el camino del visitante y que está tomada por Javier Berasaluce, es de hace unos meses, de agosto de 2011. En ella se puede ver la cúpula del Buesa Arena toda vez retirada dentro del proceso de ampliación del pabellón.

Entre ambos extremos temporales, la muestra se va dividiendo en décadas, contando al espectador una historia cronológica en la que el protagonismo recae más que en momentos históricos, en personas anónimas y conocidas dentro de su vida diaria. Desde accidentes laborales hasta visitas monárquicas o fiestas de La Blanca, pasando por una larga lista de instantes de todo tipo, el discurso visual va relatando partes de la transformación urbanística, política, social y económica de Gasteiz a lo largo de siglo y medio.

Detrás del objetivo, haciendo posible que esos testimonios de lo que fue la ciudad sean posibles, se encuentran nombres como los de Eugenio de Onis, José Luis Barroso, Saturnino Vera-Fajardo, Enrique Guinea, Arqué (Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Teodoro Hernández... testigos y partícipes, puesto que lo que el fotógrafo retrata no es la realidad, sino su visión de la misma.

"No podemos decir cuál es especial. Para cada una de las personas que hemos participado en la selección hay motivaciones distintas. Hemos ido por autores, escogiendo lo que creíamos que podía gustar, resultar más interesante. A mí, por ejemplo, me llaman la atención las imágenes con automóviles, ver cómo ha cambiado la manera de desplazarnos. Y también llama la atención ver como antes se fotografiaban a muchos niños, con la cara en primer plano y hoy eso ha cambiado por completo", explica Almudena Martínez, responsable del Archivo Municipal.

De todas formas, el material que guarda el espacio cuya sede se encuentra en la zona universitaria daría para hacer una exposición tras otra. De hecho, con la mirada puesta en el periodo comprendido entre 1910 y 1930, el centro tiene prevista otra muestra para otoño en Montehermoso. Es más, la digitalización de sus fondos va a buen ritmo y dentro de poco, a través de la web del Ayuntamiento de Vitoria, será posible que cada uno componga su propio recorrido.

Extra Junto a las imágenes pertenecientes al Archivo, la exposición guarda un espacio dedicado de manera específica a la Vitoria green, reuniendo a creadores actuales y profesionales que, de una manera u otra, se han acercado a materias como el medio ambiente y el desarrollo sostenible.

En este caso aparecen once firmas como las de Jon Rodríguez Bilbao (Usual Fotográfica), Josu Izarra y Gert Voor in't Holt, por citar algunas de ellas. Y al igual que sucedía antes, la selección en este apartado de la muestra, también podría haber sido diferente, incluso dentro de la propia trayectoria de los fotógrafos seleccionados.

Ellos también dejan huella. Lo están haciendo justo ahora ya sea sobre unas temáticas u otras. Tal vez dentro de siglo y medio, si es que las predicciones de los mayas no se cumplen o la fotografía sigue existiendo a su manera, los gasteiztarras vuelvan a mirar estos pasos retratados.