madrid. "Dentro de mí llevo mis rostros anteriores, como un árbol lleva los anillos de la edad. Es la suma de ellos lo que es 'yo'". Estas palabras del Premio Nobel 2011 Tomas Tranströmer forman parte de Visión de la memoria, la autobiografía del poeta que se acaba de publicar en España.
Un libro que Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) escribió a los 60 años, meses después de sufrir una apoplejía en 1990, que le privó prácticamente del habla y le paralizó la parte derecha de su cuerpo, y cuyas páginas contienen la infancia y juventud del poeta. Publicado por Nórdica, la editorial que publica a Tranströmer en España y Latinoamérica, Visión de la memoria, además de ser un texto bellísimo, aporta todas las claves de la obra del poeta. Aquí el lector podrá encontrar de dónde nace su interés por el hilo de la memoria y su amor por la naturaleza, la antropología, la medicina o la biología. La música es otra de las pasiones del escritor y últimamente el vehículo con el que expresa sus emociones artísticas, ya que Tranströmer toca el piano con la mano izquierda, pues la derecha la tiene paralizada.
Visión de la memoria también acaba de ser publicada en Estados Unidos, donde Tranströmer es el poeta extranjero más traducido después de Pablo Neruda. Y es que, en este libro, el narrador, poeta y traductor y psicólogo -durante años trabajó en la prisión de Roxtuna, en Linköping, rehabilitando a jóvenes delincuentes- pone las simientes de lo que luego sería la poesía para él.
la infancia "Mi vida. Cuando pienso estas palabras veo frente a mí un rayo de luz. En una aproximación mayor, el rayo de luz tiene la forma de un cometa, con cabeza y cola. La extremidad más intensa, la cabeza, es la infancia y los años de crecimiento. El núcleo, su parte más densa, es la más temprana infancia, en la que los rasgos más importantes de nuestras vidas se definen...", escribe en estas páginas el ganador del último Premio Nobel. Traducido a más de 50 idiomas, el poeta nórdico, que encierra mucho misterio y está plagado de claroscuros, relata cómo desde su infancia le atraían las biblioteca, los museos y el zoo, y cómo, al igual que a otros muchos escritores y pintores nórdicos, la naturaleza y su carácter extremo condicionaron su persona y su trabajo.
El autor de El cielo a medio hacer habla del divorcio de sus padres, de la escuela primaria y su relación con los compañeros y profesores, y de su manera de enfrentarse al más fuerte de la clase, que le ganaba siempre. "Al principio ofrecí activa resistencia, pero de nada sirvió...Al final encontré un método para desanimarlo...Cuando se acercaba, yo fingía que mi Yo había volado lejos y que lo único que había quedado era un cadáver, un trapo que él podía manosear como quisiera. Entonces se cansó", recuerda el poeta.