Pamplona. Quien visite la galería iruñarra Moisés Pérez de Albéniz hasta el próximo 23 de mayo, no encontrará obras colgadas de la pared ni esculturas en peanas, sino personas realizando esa actividad cotidiana que todos hacemos por necesidad, y más en estos tiempos: trabajar. Esas personas son 22 empleados de la empresa Kukuxumusu que, durante dos meses, han cambiado de oficina -de la sede habitual de Marcelo Celayeta en la Rochapea a la calle Larrabide-, y no solo eso: se han convertido además en objeto de contemplación.

Todo ello por iniciativa del fundador de la empresa, Mikel Urmeneta, quien llevaba tres años con la idea en mente. Esa idea se ha materializado y, después de una semana de intensiva labor de traslado y montaje de mobiliario, de cableado y de aparatos técnicos y de comunicación, ya es un proyecto artístico abierto al público. Bajo el título Kukuxumusu relocated, la pieza sigue la línea de mediación en el espacio social por la que ya apostó Urmeneta en el año 2010 con el proyecto Noticia y horizonte, una intervención en el periódico DIARIO DE NOTICIAS del 28 de mayo que se convirtió aquel día en pieza artística y en espacio de reflexión sobre la información y la realidad.

Ahora, el artista y empresario ha diseñado un cruce de competencias entre la actividad artística la y empresarial. "Crear no es una elección, es una necesidad. Y lo mismo trabajar. Y en este proyecto convergen esas dos necesidades, creándose una necesidad única", explica Mikel Urmeneta, quien define Kukuxumusu relocated como "una pieza autobiográfica y un experimento vivo e indominable, porque iremos viendo las consecuencias conforme transcurra el tiempo". La galería de arte, tradicionalmente lugar de contemplación desinteresada, se convierte aquí en espacio de producción de beneficio. Y la empresa, cuya visibilidad se produce a través de sus mercancías, en objeto de contemplación. "Esto no es ninguna teatralización, todo es real", destacaba ayer el galerista Moisés Pérez de Albéniz, quien se interesó por este proyecto, una especie de ready-made corporativo, "por su vigencia y su actualidad absolutas".

Durante el tiempo que permanecerá activa la exposición, los 22 trabajadores de la empresa matriz del grupo Kukuxumusu deben adaptarse a las nuevas condiciones ambientales, a los horarios de la galería -ahora les toca trabajar el sábado por la mañana, aunque el lunes solo lo hacen de tarde-, pero sobre todo deben adecuarse a la visibilidad que implica trabajar en un espacio público, a la vista de los espectadores de la galería. Durante la jornada laboral, varias cámaras y micrófonos proporcionan audio y vídeo del lugar y sus ocupantes, incluso de la sala de reuniones, que en la nueva oficina es acristalada, totalmente visible y audible a través de auriculares para el público; y todo lo filmado se transmite en streaming y en directo a diferentes localizaciones. "Somos lo que se ve y se oye aquí, no tenemos nada que esconder", explica Mikel Urmeneta. Según recoge Francisco Javier San Martín en el texto del catálogo que se editará con motivo de la exposición, "frente al trabajo clandestino, la precariedad o las distorsiones de las condiciones laborales, la intervención de Urmeneta aparece como transparencia radical, en la que los mecanismos de producción y acumulación de capital se encuentran a la vista de todos, sin trampa ni secretos".

Un reto para los trabajadores Solo dos trabajadores se negaron a participar en Kukuxumusu relocated, y han preferido seguir ejerciendo su labor en la sede de Marcelo Celayeta. Los otros 22 viven esta nueva situación con naturalidad y expectación. Para Maite Gabilondo, que lleva seis años trabajando en el departamento de Marketing, "el cambio implica algunas incomodidades, como por ejemplo que aquí hace más frío que en la otra oficina, pero tiene el plus de ser algo interesante e innovador". Izaskun Echechipía, que lleva once años en Diseño, afronta el proyecto "ilusionada". "Me gustan los retos, y esto es un reto", asegura, a la vez que destaca como un cambio a mejor el hecho de que "aquí no hay división departamental, no hay despachos ni tabiques, y nos hemos acercado todos mucho. Ahora vemos de cerca el trabajo que hacen los demás compañeros, y eso es bonito".