Zaragoza. Una nueva biografía del escritor donostiarra Pío Baroja, escrita con "criterios interpretativos propios de la crítica literaria", aporta un mayor conocimiento de uno de los "máximos escritores" y "menos estudiados" del siglo XX.

Baroja quizá "renunció a ser un escritor mayor porque no tuvo la soberbia de pensar que iba a escribir una obra definitiva y prefirió escribir el testimonio de lo que en aquél momento le parecía que era revelador", dice el autor de esta biografía, José-Carlos Mainer.

Mainer, que se define como un "historiador de la Literatura", es zaragozano y catedrático emérito de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza.

La obra, de 455 páginas más un pequeño álbum de fotos de Baroja, forma parte de una colección puesta en marcha por la Fundación Juan March y la editorial Taurus, con la que se pretende contribuir al desarrollo del género biográfico de figuras que han alcanzado la "excelencia" en sus campos. La colección se inaugura con esta, a la que seguirán otras de San Ignacio de Loyola, Fray Bartolomé de las Casas, el cardenal Cisneros y los escritores Mariano José de Larra, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset.

Mainer, que se declara lector de Baroja desde la infancia, ha editado las obras completas del autor guipuzcoano y ha escrito el primer tomo de los nueve volúmenes que componen la Historia de la Literatura Española, titulado: Modernidad y nacionalismo. 1900-1939, que salió al mercado en 2010.

Uno de los rasgos que a Mainer más le atrae de Baroja es que se trata de un "escritor de continuidad" que "escribe y dialoga continuamente con el lector".

"En Baroja hay una serie de elementos importantes", como lo que define como "escritura sincera", aunque -matiza- "la sinceridad no es un atributo literario obligatorio", y "esa veracidad, esa entrega que hace de sus ideas al lector" con el que mantiene un "diálogo permanente".

"No es autor de una obra excepcional, pero sí de un tono sostenido sobre el que gusta volver. Uno encuentra un hilo de continuidad que permite que pueda ser leído en muy diferentes circunstancias y muy seguido", señala el historiador. Mainer reconoce que Baroja estaba "lleno de contradicciones" como todo el mundo, "de entusiasmos y desdenes, con una visión del mundo vivaz y muy directa y una capacidad de observación extraordinaria" del siglo XIX.

Esas características convirtieron a Baroja en "uno de los máximos escritores del siglo XX", dice Mainer, aunque matiza, a renglón seguido, que "no iría más lejos de ahí" en los elogios.

Mainer considera "falsa" la "leyenda negra" que persigue a Baroja de ser un escritor "algo maniático, que escribe demasiado a la pata la llana, sin preocupaciones de estilo" y, por el contrario, afirma que su estilo es "enormemente definido y uno de los más hermosos de la prosa española". Baroja ha sido tan criticado como destinatario de "grandes entusiasmos" y pone como prueba de ello el respaldo que recibió de José Ortega y Gasset, Azorín o Antonio Machado, "sus tres contemporáneos que más certeramente supieron valorarlo".

Antisemita Mainer afirma que del estilo de Baroja no corregiría una sola línea porque "tiene una gran calidad literaria", pero lo que sí le corregiría son algunas de sus ideas políticas, fruto de "problemas propios de su tiempo, que no eran exclusivos de Baroja". Así, recuerda que fue un antisemita, como lo fueron muchos escritores de su tiempo que tenían prejuicios de esa naturaleza, pero Mainer asegura que a raíz del Holocausto, "ya no vuelve a decir nada contra los judíos. Eso es patente y demostrable", dice. Mainer defiende como gato panza arriba parte de la personalidad de Baroja, a pesar de que "no era un escritor demócrata" y sentía "desconfianza de las masas" y del tiempo que le tocó vivir, pero "siempre fue un liberal y progresista", heredero del racionalismo, de la Ilustración y "lo mejor del pensamiento europeo posterior del siglo XVIII".

Reconoce que pudo ser "extemporáneo" por decir lo que se le ocurría en ese momento, pero "nunca lo hizo por rencor" y duda que "por amargura", aunque mucho de lo que escribió suscitó "rechazo, repudio e indignación".

No lo hizo -insiste- por ser "amargado, ni rencoroso", como se ha dicho, sino porque el siglo XX a Baroja "no le gustaba y después de 1914 todavía menos. Sentía desazón por su tiempo".

Con toda la pasión y admiración que Mainer destila hacia Baroja, el historiador reconoce que no diría que sea el escritor que más le gusta "porque eso tendría que repensarlo mucho", y antepone en su lista a Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado y, "si añadimos Baroja, bien está ahí", en tercer lugar.