LEJOS quedan aquellas sesiones de 250 pesetas con bolsa de palomitas Celedón. Pero no es cuestión de nostalgias. La vida sube. Y punto. Es así. Hay que aceptarlo. Lo que denuncia Facua-Consumidores en Acción, tras su estudio sobre las salas de proyección de toda la península, es que el cine ha subido "un 36% en los últimos siete años, casi diecisiete puntos por encima del IPC. Como para no perder detalle de un solo trailer.

¿Cómo ha elaborado Facua su estadística? Analizando los precios de 138 cines en las capitales de las cincuenta provincias estatales. Las diferencias son sustanciales. Alcanzan, incluso, el 80%, si uno compara diferentes ciudades y modalidades -cine en 3D, proyección en día del espectador-, alternando en los días laborables, en una proyección estandar (6,52 de media), de los 8,10 euros de un cine de Barcelona a los 4,50 de una sala granadina.

Por debajo de la media que se otorga a Gasteiz están Florida y Guridi, con un precio de 6,70 euros, lo que hace pensar que no han formado parte de las salas estudiadas. Lo que sí que estudió su responsable, Javier Etxagibel, es cómo celebrar el ochenta aniversario de Vitoriana de Espectáculos (VESA) pensando no sólo en la pirotecnia del fasto, sino, sobre todo en el espectador. La idea: un bono de 50 euros que posibilita ver hasta veinte películas. A la pantalla le toca reinventarse.

"Yo creo que, por lo que dice el público, hemos acertado", asegura, sin negar, a la par, que no es momento para echar ningún tipo de cohete. "Todos lo estamos pasando mal", reconoce, incluyendo tanto a las céntricas pantallas que coordina como a las que se dividen en los dos grandes centros comerciales de la ciudad. La apuesta ha conseguido atraer a mucha más gente a los cines de la calle San Prudencio, pero la competencia sigue siendo demasiada para una ciudad como Vitoria. "El nivel óptimo de salas es de veinte", apunta, mientras que la realidad duplica esta cifra para el espectador local.

Ante el exceso de salas, iniciativas como la de la proyección de óperas o el bono son la llave de nuevas fórmulas para atraer a un espectador tentado además por la comodidad hogareña de la descarga. Tanto grupos de padres con muchos niños a su cargo -un cumpleaños, por ejemplo- como "amigos que se juntan para ir al cine una o dos veces a la semana" componen los dos principales perfiles de compradores del bono, que permite acceder a una entrada de 2,5 euros entre semana y de 5 en sábados, domingos y festivos. "Cuando veamos un efecto de cansancio lo retiraremos", explica.

La entrada sube. Y también todo lo que la rodea. Desde Facua alertan de la imposición ilegal -cláusula abusiva- que establecen muchos cines de consumir bebidas o alimentos adquiridos en sus recintos. Pero también de otras cosas. Aislamientos acústicos fallidos, primeras filas muy cercanas a la imagen, pantallas pequeñas -las dimensiones "deberían exhibirse en las taquillas"-, o, en el plano menos técnico, falta de operarios para controlar las proyecciones, lo "que obliga a que sean los espectadores los que tengan que avisar cuando se produce una avería". Al ir al cine procuramos no pensar en nada de esto. Queremos relajarnos, emocionarnos. Pero la hoja de reclamaciones es a veces un mal necesario.