Madrid. José Carlos Martínez vuelve a ser él tras 25 años de estrellato en París, pero eso no le apea del exquisito "laissez passer" con el que torea las puyas de su antecesor en la Compañía Nacional de Danza (CND), Nacho Duato, al que elogia generoso a pesar de ello y de que les prohíba bailar sus piezas.

El bailarín y coreógrafo confiesa que le hubiera gustado que la compañía bailara en su presentación en sociedad el próximo día 18 en el Teatro de la Zarzuela una pieza de Duato y que, aunque él no ha querido, "ha tenido en cuenta" su herencia, "a pesar de todo", al elaborar el programa Work in progress (trabajo en curso). La CND estuvo dirigida 20 años por Duato, hasta que Cultura planteó que la compañía debía incorporar también repertorio clásico y neoclásico, no solo contemporáneo, y que la plaza de director debía salir a concurso público. El valenciano digirió esto con malestar y finalmente se tradujo en su marcha y en la prohibición de que se bailaran sus piezas en España.

Martínez no sabe cómo acogerá el público su propuesta y con qué expectativas acudirá al teatro, pero ha querido ser "cuidadoso" al elegir el repertorio para que se vea tanto la versatilidad de los bailarines como su pasado y su futuro.

Se ha decantado por una pieza de Alejandro Cerrudo -Extremely close-, porque procede, como Duato, de "la familia Kyliàn"; Walking mad, de John Inger, con parecido "vocabulario" pero con una personalidad diferente; y las más "clásicas", El espectro de la rosa, de Angelin Preljocaj, y Artifact II, de William Forsythe.

Igual que él ha intentado desde la "ecuanimidad" complacer a los seguidores de Duato, éste, que dirige desde hace un año el ballet del Teatro Mijailovski de San Petersburgo, no ha dejado de manifestar su extrañeza por el devenir de la compañía en su reciente viaje a Madrid: "Yo me he ido a una compañía clásica y aquí siguen con lo mismo".

"A mí no me pidieron que viniera para hacer una compañía clásica -replica, en este sentido, Martínez-. En mi proyecto queda claro que sería una compañía que va a bailar de todo. La CND debe seguir haciendo lo que hacía antes y, a la vez, "tener una noción del repertorio, del pasado. Cuando eliges Petite mort, de Kyliàn -que bailarán en junio-, o Artifact II, de Forsythe, lo haces porque son clásicos del contemporáneo, momentos mágicos. Es como bailar Arenal de Duato. Si hiciéramos Arenal ¿sería algo antiguo, lo mismo de siempre?", se pregunta.

Está empeñado en que se reconozcan a los bailarines por su nombre "Con las compañías de autor pasa que sólo se conoce al coreógrafo, pero la CND ya no es una compañía de esas", determina.

En marzo volverá a la Ópera de París para bailar una pieza, Apartamento, que le ha hecho Mats Ek, y "probablemente" será lo último que haga en zapatillas, aunque, admite, "nunca se sabe qué pasará porque cambia todo tan rápido...".