¿Por qué la necesidad de encontrar un eje temático para este Inmersiones cuando no se había hecho las tres ediciones anteriores?

En la primera edición, nuestro objetivo era contactar con el mundo de la creación joven y emergente para ver qué se estaba haciendo. Al Proyecto Amarika nos vino muy bien para conocer el contexto. Ese mapeo se continuó en la segunda y tercera edición, pero para este 2011 el mapa que se quería construir ya estaba formado y no nos queríamos repetir. Se mantiene el congreso de artistas y la exposición de dossiers, pero todo lo demás ha cambiado. Lo temático ayuda. Por ejemplo, un déficit del congreso era que había muchos participante pero poco tiempo para cada uno. Esta vez, al centrar la cita en un tema, muchos artistas que no han trabajado en esta cuestión no entran en la selección. Eso nos ayuda a centrarnos más y ser más específicos, tratando una temática como la del medio ambiente con más profundidad, con capacidad para hacer debates... Inmersiones es un congreso de agentes culturales del País Vasco, pero se desarrolla en Vitoria, una ciudad que en 2012 será Green Capital y de ahí que nos pareciera adecuado centrarnos en esta cuestión. Esto es interesante porque en Gasteiz nunca se ha desarrollado nada a nivel de Euskadi, por eso es una pena que Inmersiones pueda desaparecer; igual hay que buscar una nueva sede, sea en Vitoria o en Bilbao...

Del futuro hablaremos un poco más adelante, pero, sin salir de esta edición, hay quien puede preguntarse qué tienen que ver el arte contemporáneo y el medio ambiente.

Son dos mundos muy relacionados. La naturaleza es uno de los temas clásicos del arte. El artista siempre la ha mirado no sólo como un motivo para ser representada sino como espacio donde poder actuar. Eso a nivel representativo, pero hay otros planos que tampoco podemos olvidar. Cuando hablamos de medio ambiente nos referimos a ecosistemas y la cultura es un ecosistema. Sólo se puede entender nuestra relación con la naturaleza desde la cultura. Somos cultura y naturaleza. Ya ves lo que está pasando ahora con el ecosistema cultural en Vitoria, que se ha caído porque Montehermoso y Artium están como están, Amarika desaparece... Son como animales que se extinguen y por ello se crea un desequilibrio claro.

¿Cree que después de estas cuatro ediciones, Inmersiones deja huella?

Es complicado saber qué huella deja lo que hacemos. Yo me acuerdo cuando empecé con el Crash Cómic en 2003 y tenía la impresión de que el festival no había servido para nada, pero un día Antonio Altarriba me dijo que en aquella cita había conocido a Kim y que gracias a ello habían podido trabajar juntos y habían ganado el Premio Nacional, así que... Por Inmersiones han pasado cientos de artistas y hemos hecho una labor de difusión importante. Es un congreso que siempre ha sido sostenible, una actividad muy económica. El primer presupuesto surgió de una convocatoria tipo concurso que quería hacer la Diputación. Eran 30.000 euros que la institución iba a repartir en tres premios y un accésit. Nosotros, con el mismo dinero, en vez de hacer un concurso que no iba a ningún lado, realizamos un congreso que reunió a más de cien personas, gente que estableció conexiones, que se juntó con gestores culturales, que... Se montó un lugar de encuentro y de oportunidad. ¿Cómo saber hasta qué punto eso deja poso o ha funcionado? No se sabe, pero se intuye que algo ha aportado. Un concurso o montar exposiciones sin más ya no funciona. En la cultura hay que crear nuevos formatos, pensando en no gastar mucho pero sacando el máximo rendimiento a lo que se propone.

Miremos al futuro. ¿Puede seguir Inmersiones, tiene ánimo?

Tiene que seguir. Es una cita anual que no tiene parangón en el resto del País Vasco y que trabaja con la base del arte, con quien está empezando, con lo emergente. No es un formato de feria, es otra cosa que va más allá de colgar una obra. En este campo hay muy pocas acciones. Está el ciclo Next en Montehermoso, pero ya veremos si continua después de diciembre. O antes estaba Entornos Próximos en Artium. Y Zuloa ha estado así diez años. Pero son sólo formatos expositivos. Una cita de encuentro en la que se pueda ver lo que la gente está haciendo ahora mismo y que sirva como catalizador de encuentros no existe. Bueno, sí, se llama Inmersiones. Es lo único que hay. Sería una pena que no se siga desarrollando en Vitoria, pero bueno. En Gasteiz, quitando los festivales, parece que nada tiene posibilidad de continuidad dentro de la cultura.

Parece que en Álava todo se está tiñendo de pesimismo.

En Vitoria se está cometiendo un error grandísimo. Lo tenía todo para ser una ciudad donde la cultura fluyera, una urbe que podía haber sido puntera en la creación de empleo y recursos económicos relacionados con la cultura. Es otro tren que hemos perdido. Pero aquí no se entiende qué es cultura, se confunde con turismo y entretenimiento. El Proyecto Amarika no sólo estaba programando para que la gente fuera a ver algo, sino que estaba generando un espacio de oportunidad para muchos artistas haciendo surgir un sector económico importante. El mismo Gobierno Vasco nos ponía 200.000 euros para hacer una Fábrica de Creación en Álava y eso se ha ido al traste porque la Diputación no ha querido. Es una inversión económica que se ha dejado marchar, pero de eso no se habla. La cultura también tiene un componente económico que no se ha sabido aprovechar. Mira en Krea con las becas de residencia, gente que iba a venir aquí... Se podía haber generado empleo, flujos de capital. Y así se pueden poner más ejemplos.