Durante todo este fin de semana cualquier interesado por el arte puede acudir a la sala Amárica para conocer la obra de la artista vitoriana afincada en Londres, Beatriz Olabarrieta. No se trata de una exposición, ni de una charla, ni de una visita guiada. Se trata de la quinta edición de ese experimento pergeñado por la Asamblea Amarika llamado Hospitalarios: durante un par de días un artista vinculado con nuestra ciudad ocupa la sala Amárica y la habilita, la viste, como quiere. Se apropia de ella. Sitúa en ella diversos trabajos suyos, materiales, catálogos… En el espacio hay también un sofá, unas sillas, una cafetera. La persona que entra a la sala es recibida por el artista de una manera hospitalaria estableciéndose entre ellos un distendido diálogo. De lo que se trata con este experimento, por una parte, es de eliminar las distancias entre el público y el artista. Por otra, intentar rentabilizar al máximo las infraestructuras públicas destinadas a la difusión del arte. Pues hay siempre pequeños espacios temporales en stand by dentro de las programaciones -esos espacios que trascurren entre una actividad y la siguiente que generan gastos de mantenimiento- que pueden ser utilizados para difundir la labor de los artistas cercanos. Hospitalarios es, por tanto, un proyecto ideado para aprovechar esos tiempos muertos. En el marco de una filosofía ecológica basada en la sostenibilidad cultural. En ese sentido, Hospitalarios quiere también constituirse en una herramienta low cost, demostrando que no es necesario realizar grandes inversiones económicas para difundir las producciones artísticas de las personas que trabajan en nuestro contexto próximo. Sólo es preciso querer hacerlo, buscar nuevas maneras, alejarse del rígido, costoso y manido recurso expositivo.
Con Hospitalarios se busca construir un lugar y un tiempo compartido entre el artista y el público. Un espacio hospitalario en el que los creadores se nos presentan como anfitriones y los ciudadanos como visitantes temporales. Y ambos formando parte activa de esta actividad.
Será ésta la última edición de Hospitalarios. Y poco a poco nos acercamos al final del Proyecto Amarika. Ese proyecto de gestión de varias salas expositivas por parte de una asamblea abierta de artistas pensado para promocionar la creación del arte local, para crear espacios de oportunidad para nuestros creadores. ¿Alguien tomará el relevo? El futuro de nuestra cultura se adivina muy incierto, pues parece ser que apoyar la creación hoy en día es un gasto inútil. Pero apoyar a bancos, empresas, emprendedores, agricultores, comercios… sí. ¿Por qué? ¿Los artistas no son trabajadores? ¿No generan riqueza económica?
Otro tren que se aleja de nuestra ciudad. Otro tren perdido. Una ciudad que hace unos pocos años lo tenía todo para generar, producir, vender, exportar arte y cultura y ahora ya no tiene nada. Queda claro que destruir es mucho más sencillo que construir.