vitoria. "Quedan la mirada que compartimos y las palabras que escribimos si las páginas que leemos pasan de unas manos a otras". Como huellas en la nieve, las palabras de Kepa Murua se pierden en la niebla, narrando en la web de la editorial la desaparición de Bassarai. El proyecto gasteiztarra echa la persiana en esta cada vez más atenazante coyuntura económica y Álava se queda sin uno de sus proyectos literarios -y algún adjetivo más-de referencia internacional.
Quizás no lo sepan, pero Bassarai era precisamente eso, una iniciativa que -nacida en 1996- acumulaba ecos en un círculo que iba más allá de su supuesto radio de acción. No era extraño, por ejemplo, ver a Kepa Murua acercando sus últimas publicaciones a la Feria de Fráncfort, el zoco de referencia en lo que a páginas se refiere. Pero, para lograr esa presencia, hubo que transitar unos primeros pasos, como recordaba hace un lustro a este diario. "Los comienzos uno los recuerda con cierta nostalgia y simpatía, pero fueron muy duros. Todos los inicios lo son, y más en una empresa cultural que potenciaba una cuestión hoy asentada como la literatura vasca en castellano".
La coyuntura y las nuevas formas del negocio son los lastres con los que se ha encontrado el vuelo de la editorial, una apuesta de Murua en paralelo a la que es su verdadera pasión, escribir -autor de libros de poesía (Cardiolemas, No es nada); de ensayo (La poesía y tú, La poesía si es que existe); y de artista (Flysch, Itxina)-, algo que seguro no abandonará. Ya hace cinco años, la situación tampoco presagiaba grandes picos de facturación. "Existe mayor competencia y el lector tiene más posibilidades para acceder a otro tipo de literatura. En ese sentido, es cierto que las más perjudicadas son las pequeñas editoriales, que llevan haciendo una apuesta continua por la literatura moderna, pero con el tiempo ven que muchas veces no obtienen los resultados que igual debían de reflejar".
Entre las oscilaciones del mercado, temporada a temporada, Bassarai logró hacerse un hueco con una selección que combinaba nombres vascos y estatales con traducciones de todos los orígenes. De la novela a la poesía, pasando por géneros híbridos y volúmenes donde fotografía o dibujo -concepto de libro de artista- podían nutrir el lenguaje con narratividad o lirismo.
"El mercado supedita un tipo de lector a una literatura más mediática y todos los que mantenemos una constancia pasamos auténticas dificultades". Palabras que podrían ser válidas hoy mismo, que hablaban de fidelidad a las coordenadas conceptuales de un proyecto contemporáneo que no trató de supeditarse al mercado, que logró muchos galardones, el más reciente un Premio Euskadi de Literatura a Vacilación, de José Fernández de la Sota, que se acordaba así de su editor. "Supo apostar por un libro por el que yo sé que pocos editores, por no decir sólo él, hubieran apostado. Por eso esta alegría también la siento por él". No es tiempo de ellas en Bassarai, que ha marcado su última huella sobre la nieve.