vitoria. Con platea llena espera Gasteiz a uno de los iconos de la melodía irreverente. A uno de esos artistas que no buscan corrientes paralelas, sino que directamente las crean. A uno que, siempre que hace lo mismo, sorprende. Y encima esta vez le ha dado por hacer algo diferente a un Albert Pla que, junto a Pascal Comelade, se divide el cerebro de un espectáculo, Somiatruites, que conquista hoy las tablas del Teatro Principal convirtiendo su caja escénica en una caja de música. O, por qué no, en una caja negra que poco a poco, estribillo a estribillo, se descifrará con la fluidez de un sueño.
Sueño o pesadilla. En ese yin-yang bascula, hipnótico, en los límites de realidad y la aparición, un espectáculo en el que el tándem Pla-Comelade propone una visita al territorio más ambiguo de la jornada, a ese incierto espacio temporal en el que el devenir vital se convierte en victoria del sueño. Cuando la realidad y lo onírico comienzan a fundirse como el sol que da al paso, en el horizonte, a la luna.
Pequeñas canciones y ambientes musicales ilustran ese mundo de pensamientos, recuerdos, anhelos y estados de ánimo que sentimos antes de dormir, convirtiendo la apuesta en una delicatessen de poética inusual y con un reparto de lujo que aquilata el conjunto.
La orquesta Somiatruites la componen el propio Pascal Comelade, haciendo música con sus pianos; Ivan Chin (del grupo Telefúnkez) con sus pianitos y guitarras; David Sáenz (bajo, loops, samples); y Jordi Busquets, a la guitarra eléctrica. Al manejo de los títeres, que componen ese punto extra a los pasajes musicales, estarán los geniales Farrés Brothers, y planeando sobre todo -o, precisamente todo lo contrario, ejerciendo de suave e incesante hilo conductor- la voz y guitarra Albert Pla.
Somiatruites es una propuesta valiente que aúna variadas disciplinas teatrales, miradas de escenas diversas y adversas con un resultado asombroso. Un montaje delicado que surge de dos talentos poco comunes, o ajenos directamente a lo común, que se suben a este cuento infantil de luces y sombras inventando un lenguaje particular para contar sensaciones.
El cuarto de los trastos es el primer tema de esta suerte de opera que, con la sesión de hoy, se estrena en tierras vascas combinando, bajo una estética de otro tiempo, cercana a lo juglaresco, los trabajos de dos creadores sinónimo de bohemia, de underground. Dos artistas con otra forma de pensar. O la misma, pero vehiculada a través de un estilo generalmente esencial, intenso y minimalista. Vamos, para perdérselo. Ya me entienden.