Vitoria. Héctor Alterio (Buenos Aires, 1929) desgrana en la entrevista lo que representa para él el oficio de actor. Un oficio que ama profundamente, pero que en un principio no quiso para sus hijos Ernesto y Malena. Ellos no le hicieron caso y se lanzaron, igual que hizo él de joven, al mundo de la interpretación.

'La sonrisa Etrusca' tiene que ser una adaptación teatral muy compleja.

Es muy compleja por varios motivos. En La sonrisa Etrusca se habla mucho del pensamiento del protagonista y adaptar el pensamiento a teatro es muy difícil. No es una obra sin más, al tratarse de un best seller y, aunque han pasado muchos años de ello, cada lector tiene la conformación de lo que ha leído de una forma particular; de manera tal, que ahora lo presentamos en otro formato y es un desafío.

¿Qué tipo de personajes le gusta desarrollar?

Me gustan muchos personajes, pero a un actor le va condicionando la edad. Tengo 82 años y mis personajes tienen que estar en consonancia.

Hace 37 años llegó usted al Festival de San Sebastián y ya no volvió a Argentina.

Vine a presentar La tregua. Iba a estar una semana y ya no volví a vivir en Argentina. Hay que ver cómo cambia la vida en unos días.

¿Añora su país?

No. Yo voy bastante a Argentina, voy de una manera muy seguida por mi profesión y estoy mucho tiempo allá. La última vez que fui estuve un año con una obra de teatro. El cine también me lleva con frecuencia a Buenos Aires. Así que, prácticamente, la nostalgia o la añoranza se va diluyendo con las visitas continuas que hago.

¿Qué supuso para su carrera abandonar su país?

Fue una situación provocada por una amenaza de muerte de una agrupación de ultra derecha. Esta agrupación, la Triple A, la tomó con un grupo de actores conocidos. Estando en San Sebastián me enteré de la amenaza y, por lo tanto, me quedé y no regresé. Estaba a la espera de que esa situación pasara. Estábamos amenazados cuatro o cinco actores muy conocidos, eso posibilitó a la Triple A una repercusión de prensa, que era lo que esa agrupación esperaba y quería. Yo me quedé aquí y mis cuatro compañeros se dispersaron por Latinoamérica. Así comencé una nueva etapa en mi vida profesional y personal.

Para empezar de cero no le ha ido nada mal.

Visto ahora no. Pero fue difícil. Se unían muchas circunstancias. La distancia resulta muy curiosa. Cuando comento la situación parece que estoy haciendo un relato de lo que le pasó a otro y no a mí. De cualquier manera, le reconozco que tuve suerte y tuve la posibilidad de encontrarme con gente generosa que me ayudó. Pude trabajar en mi profesión y eso fue lo que me ayudó.

Tiene usted 82 años.

Efectivamente, los acabo de cumplir el 21 de septiembre.

¿No le resulta cansada una gira?

Sí, cómo no va a ser cansada a mi edad. Pero le tengo cogido el ritmo al teatro, me da vida, energía…

¿Rejuvenece?

Tengo 82 años, realizar una gira de teatro me revitaliza, es una buena gimnasia. Amo este trabajo, me gusta lo que hago y disfruto.

Ama este trabajo pero intentó quitar a sus hijos la idea de ser actor.

Cuando tomaron la decisión de ser actores no era una cosa que me apetecía mucho. Hubiera preferido que tuvieran estudios mucho más firmes, cosa que yo no tuve… Hoy, pasados aquellos momentos en los que no estaba de acuerdo, mi mujer y yo nos sentimos muy tranquilos respecto a nuestros hijos; tranquilos y orgullosos de que Ernesto y Malenia estén encarando esta profesión con seriedad y, afortunadamente, les va bien.

130 películas…

La vida pasa muy rápido, fíjese, 130 películas. Siento que la vida pasa demasiado deprisa, no siento los años. Pero cuando te pones a recordar, a ver el pasado…