Todavía sigue siendo concejal de Mondragón. ¿Cómo va la búsqueda de su relevo?

Estamos en ello. Vamos sin prisa pero sin pausa. Es complicado, no lo vamos a negar, aunque hemos estado a punto de tener un concejal que era del pueblo. Pero hay gente que sigue teniendo miedo.

¿Consumidora de la AP-1 o va a Arrasate por donde siempre?

De las dos. Es que la AP-1 es muy cara. A mí me llevan y me traen, aunque quiero que conste que la Diputación no paga mis viajes. Pero es caro. Además, ir por la otra carretera me gusta, ves el pasar de las estaciones, cómo cambia el paisaje... Me encanta admirar la naturaleza.

¿Qué hay que hacer sí o sí en Mondragón o cuándo hay que ir?

Las fiestas patronales son las de San Juan, aunque han perdido mucho brillo desde que yo era joven. Santo Tomás lo celebramos siempre un día más tarde que en San Sebastián. Aunque hoy en día, lo que más está en boga es la fiesta de Maritxu Kajoi. Tiene 20 y pocos años. Era una broma de los txikiteros, de una cuadrilla en concreto, que empezó a cantarle a Maritxu la del cajón y a partir de ahí... Es que en Mondragón, como en todo el País Vasco, hay mucha cultura musical. Allí tenemos una academia que hace un buen trabajo y que, lo tengo que decir, fue fundada, entre otros, por mi marido. Un día podremos hacer una musika-etxea.

Hace poco se hizo público, como es norma, su patrimonio. ¿No le da un poco de reparo que se sepa?

No, no tengo nada que esconder. Tanto mi marido como yo hemos trabajado mucho, y cada uno de nuestros dos hijos ha podido estudiar donde han querido. Hombre, me hizo gracia porque apareció que tengo un Audi, pero no que lo tengo desde 1990. Eso tenía que haber pedido que lo incluyesen también. Me ha dado muy buen resultado y eso que tiene 340.000 kilómetros.

En su vida política le ha tocado vivir momentos muy complicados debido a la acción terrorista. ¿Qué sensaciones le genera a nivel personal todo lo que está pasando ahora?

Esperanza. Esa es la palabra. He vivido muchos años, casi 50, con el terrorismo y siempre he dicho que el día que no tengamos ETA, yo iré al Ayuntamiento de mi pueblo y, me den permiso o no, echaré etxafleros (cohetes). Mis hijos han vivido siempre con terrorismo y eso es terrible. Además, les ha tocado ver a su madre escoltada. Así que ahora me viene a la mente la palabra esperanza. Esa y libertad, que ha sido el lema de toda mi vida, también en tiempos anteriores y difíciles, en los que yo también pedía libertad.