París. La Justicia francesa puso ayer bajo tutela a la multimillonaria heredera del imperio cosmético L'Oréal, Liliane Bettencourt, de 88 años, que pierde así la batalla judicial con su hija, con quien mantiene desde hace años un airado enfrentamiento por la gestión de sus bienes. El mayor de los nietos de Bettencourt, Jean-Victor Meyers, se encargará de la tutela personal de la anciana mientras que sus bienes y su fortuna pasarán a ser gestionados por sus dos nietos y por su hija, Françoise Bettencourt-Meyers.
Los abogados de Bettencourt, tercera fortuna de Francia, a la que la revista Forbes le atribuye un patrimonio de unos 16.000 millones de euros, recurrirán la sentencia, aunque está tendrá efecto inmediatamente. Sin embargo, la decisión del tribunal de Courbevoie, a las afueras de París, no tendrá efectos sobre L'Oréal y la tutela no se notará en "los equilibrios del accionariado" del grupo de cosmética ni sobre los acuerdos alcanzados en 2004 con el grupo suizo Nestlé, el otro gran accionista de la marca, declararon sus tutores en un comunicado. Poco antes de que se celebrase la audiencia, Le Monde reveló que los exámenes médicos en los que se iba a apoyar la sentencia señalaban que Bettencourt sufre una demencia y mal de Alzheimer en un "estado moderadamente severo", entre otras afecciones.
Con esta decisión judicial, la hija de Bettencourt se apunta una victoria que persigue desde 2007, cuando denunció por abuso de poder al fotógrafo e íntimo amigo de su madre, François-Marie Banier, quien había recibido cientos de millones de euros en regalos de la anciana, obras de arte y seguros de vida. El cisma familiar entre la anciana y su hija, que la acusaba de dilapidar su fortuna, hizo que en 2009 salieran a la luz más de 20 horas de grabaciones clandestinas registradas por el mayordomo de la heredera de L'Oréal. Las cintas, con las que se pretendía probar que el fotógrafo se aprovechaba del dinero de la anciana, hicieron que el escándalo adquiriese ramificaciones político-financieras que apuntaban directamente al entonces ministro de Presupuesto, Eric Woerth. La Justicia abrió media docena de investigaciones sobre Woerth, que al final abandonó el cargo tras descubrirse que su esposa trabajaba como asesora en la gestión de la fortuna de Bettencourt, quien se supone pudo haberse beneficiado de un trato fiscal favorable. La Hacienda francesa reclamó inicialmente a Bettencourt 30 millones de euros por evasión fiscal, aunque se sospecha también que ocultó al fisco la posesión de una paradisíaca isla en las Seychelles. Las derivaciones del escándalo afectaron incluso al presidente Sarkozy, al que se vinculó con una presunta trama ilegal de financiación política de su campaña para acceder al Elíseo.
En una entrevista publicada el domingo en Le Journal du Dimanche, la anciana aseguró que si su hija ganaba el proceso y pasaba a hacerse cargo de su tutela, abandonaría Francia y se instalaría en el extranjero. "Mi hija es un coñazo", sentenciaba Liliane Bettencourt. "Si mi hija se tiene que ocupar de mí, me asfixiaré. ¡Si es ella, me marcharé!", amenazó. A la pregunta de si está pensando en irse a Suiza, replicó: "No, ya no voy tanto a esquiar".