Le dedican una retrospectiva en New York... Lejos queda el festival del videoclip de Vitoria (85-87).
Fue estupendo. Vino durante tres años gente que tuvo una proyección importante, Kiko Veneno, Rossy de Palma, Anton Reixa... Luego hicimos otras cosas como Cómic, el noveno arte, una serie documental de doce episodios sobre la historia del cómic mundial en el siglo XX...
¿Una que se pasaba por 'ETB'?
Sí, esa. A veces nos planteamos si no sería bueno hacer un capítulo más. Nos quedamos en los ochenta.
¿De dónde sacaban esas entrevistas con autores extranjeros?
Hicimos todas las entrevistas, a los cuarenta y tantos autores...
(...) ¿También a Alan Moore, toda una rara avis del cómic?
Claro. ¿Y sabes a quién entrevistamos? A Schulz, el de Snoopy, y a Osamu Tezuka, que murió también al poco de cáncer. Salió del hospital y fue una de las pocas entrevistas que concedió al final.
Menudo proyecto...
Estábamos locos. Fue una coproducción con ETB -o te lo encargaba una televisión o era una locura-. No había nada hecho del tema...
Estará muy exportado...
Lo hemos vendido muchísimo. A China, hace poco. A Estados Unidos. A ciento y pico países. Es la típica cosa que, después de veintipico años, la ves hoy y sigue siendo actual. Yo creo que las cortinillas de Canal Plus las han sacado de allí (risas), porque hicimos un catálogo de transiciones... Porque era cómic, ¿y cómo lo muestras sin que sea una viñeta tras de otra? Y había que hacerlo sin animar... Fue un proyecto novedoso. Había que quitarse el miedo, dar un paso hacia el mercado internacional. Hicimos un piloto para enseñarlo en Cannes, para ver si podía interesar o no, pero necesitábamos un crédito... ¡Y nos avaló el alcalde! Interesaba, pero nadie creía que íbamos a ser capaces de hacerlo, porque había que gestionar miles de derechos con autores y editoriales. Nos tiramos un año entero. Schulz nos pidió un millón de dólares por la entrevista. Le dijimos que no teníamos un duro, que estábamos contando la historia del cómic, que no se había hecho nunca, y que era como si se contara la historia de Estados Unidos y, como no hay dinero para pagar a uno de los presidentes, había que pasar de él. Le hizo gracia y dijo '¿les parece a ustedes bien un dólar?'. 'Sí'. Lo pagamos y nos cedió todos los derechos de las viñetas para la serie. Woody Allen también nos regaló una imagen de La rosa púrpura de El Cairo. ¡Mira que éramos osados! Uno de los capítulos era La aventura comienza, en la época de La Gran depresión, cuando aparece Tintín, y nos gustaba el momento en el que Mia Farrow va al cine y se abre el telón. Ahí colocamos el título del capítulo. Nos costó mucho llegar a Woody Allen, le mandamos una cinta diciendo 'hemos hecho esto y si te parece bien nos cedes los derechos, si no lo quitamos'. Y nos dijo 'odio el cómic, pero me gusta mucho lo que habéis hecho, adelante'.
Cada paso, un pequeño mundo, como sucede en la animación...
Los autores de cómic son poco conocidos, pero gente de altura, de discurso, con una filosofía de la vida... Nos enriqueció muchísimo. Se pueden hacer cosas fenomenales. Siempre tenemos la cosa esa de 'esto en casa sí, pero fuera...'. No es así.
¿En animación ha sido tan duro?
El público para el que trabajas son los niños. Es difícil. Un niño no va al cine porque sí. Le llevan. Generalmente fines de semana y a dos sesiones, porque la de la noche olvídate. Es restrictivo. Disney o Pixar han elegido un sector más amplio, que guste al adulto. Nosotros somos una empresa pequeña, con presupuestos pequeños... ¿cómo te distingues? Nos hemos especializado en niños pequeños. Huimos de la concesiones a la madre, el abuelo y el primo adolescente. Creo que ha sido una buena elección. Niños y valores. Además de en salas, hay una distribución larga en centros educativos. Y no se desgastan con el tiempo, son historias universales.
Los valores no son una apuesta de mercado, sino de concepto...
Pienso que he hecho películas que me gustaría que vieran mis hijos.
¿Su próximo proyecto, 'El extraordinario viaje de Lucius Dumb'...?
Tenía ganas de hincarle el diente. Es una película sobre los derechos humanos, en concreto, de los niños. Cuando se habla de estos derechos, se hace normalmente en plan negativo, cuando fallan. Puedes hablar así con un adulto, pero para un niño debes ir en positivo. Así pensamos en hacer la película... que es un berenjenal. Quería que mucha gente participara, hablamos con escritores -algunos no habían hecho nunca nada para niños- y cada uno trabajaba sobre uno de los derechos. Cuando hemos tenido todos, hemos hecho una historia central que los aglutina en el viaje de un científico. Estamos en preproducción, enseguida empezaremos el story... Están Toti Martínez de Lezea, Juan Kruz Igerabide, Miren Aranburu, Ricardo Arregi, Isaac Rosa, Eugenio Fuentes... Ha sido horroroso, porque los relatos me gustaban tal como estaban escritos, daban para hacer una peli con cada uno, pero tienes que meter tijera. Precisamente por eso estoy empeñada en sacar un libro adelante.
¿Y de qué va el taller de mañana (por hoy) que le trae a Vitoria?
Me hace ilusión el contacto con los niños. Tenemos mucho después de que las películas salen del circuito comercial, por ese trabajo con centros educativos. Hay un equipo que lo hace, pero a mí me gusta ir a las sesiones y ver cómo reaccionan.
El primer pase siempre será el gran momento...
Luego siempre se repite. Se ríen o se inquietan siempre en los mismo lugares, igual en todos los países.
'Retrospectiva en New York'. Suena a algo tremendo...
KidCinemaFest es un festival pensado para niños, con diferentes secciones por edades, porque no tiene nada que ver uno de 7 con uno de 15. Nada. Hay imagen real, animación, documental, con representantes de más de cien países, algo pensado para que los espectadores abran su mente a todo lo que se hace y aprendan sobre cine. En muchas películas meto guiños al mundo del cine, desmitificándolo, como en Animal Channel, con el juego de las audiencias. ¿Dónde está el límite?
¿En ese límite se ha visto usted?
Evidentemente. Es muy fácil epatar con algo morboso, pero nuestra idea es otra cosa. Y éste siempre ha sido un trabajo anónimo.
Como mucho, son conocidos los dobladores 'famosos'...
Ahí fuimos pioneros con ¡Qué vecinos tan animales!, que fue la primera película con dobladores conocidos que se hizo en España.
Regalando ideas...
No, pero sí que hemos hecho la 'primera vez' de muchas cosas. El festival de videoclip, el primer musical de animación para niños, La leyenda del unicornio. Siempre buscas innovar -al final, a la fuerza ahorcan-, porque si tienes muy pocos medios, como no intentes sorprender para ganar un festival, un premio... No hay dinero para una gran campaña de publicidad.
¿Y cuál será la próxima sorpresa?
Tengo ganas de trabajar una animación 3D con sistemas nuevos, tengo ganas de investigar, pero es a mucho más largo plazo.
¿Idea de volver a Vitoria?
Con Extra llevamos mucho tiempo en Extremadura, pero ahora mismo estamos en la carretera, también en Vitoria. La idea es estar cada vez más. Hay muchas ganas.