lleva sonando en las emisoras de radio desde hace unas cuantas semanas, una cuña promocional que tiene mucho de defensiva arma ideológica ante la situación creada por la L.F.P. al pretender el cobro de un canon cuando los programas deportivos se construyan con la fórmula narrativa de carrusel, es decir, saltando de un campo a otro con abundante aderezo publicitario, ciertamente unos más y otros menos, convirtiendo el tiempo de radio es un espectáculo más allá de la información básica de tiempo y resultado. La mencionada cuña recoge cuatro voces, dos entrenadores y dos políticos, como si sólo hubiera dos formaciones políticas en el congreso de los diputados, y con los cuatro testimonios lanzan la proclama de que radio y fútbol forman un binomio inseparable desde el origen de los tiempos. Vamos, que el fútbol es el mundial fenómeno de masas gracias a las radios. Es seguro que el fútbol pueda seguir funcionando a base de contratos millonarios y deudas supermillonarias sin la presencia de los micrófonos en los campos; lo que es menos seguro que la radio deportiva se mantenga sin la señal recogida en los campos. De momento no hay fumata blanca en los despachos y cada uno sigue empecinado en su postura, esperando unos, que se rindan los enemigos de la gratuita libertad de información, mientras que otros olisquean catarata de millones y no están los tiempos para dejar plato sin rebañar. Las radios se las ingenian para llevar la antigua e inmediata emoción a los receptores modificando su forma de contar, que se queda en el mejor de los casos, rala y escasa. Mientras tanto, la bendita cuña sigue rolando y los Mou y Pep recuerdan tardes de radio con fútbol y los políticos se van por la tangente y hablan de derechos constitucionales. Como alguien dijo." No te líes, chico, que es sencilla y llanamente la economía"; simple cuestión de pasta.