bilbao. La actriz (Valladolid, 1939) representa hasta mañana en el Teatro Arriaga Concha (Yo lo que quiero es bailar), donde repasa su vida a través de canciones. La gira la compagina con Cine de barrio y la serie Gran Hotel, que se estrena el martes.

Está representando 'Concha (Yo lo que quiero es bailar)'. ¿De qué tiene ganas Concha Velasco?

De ponerme buena, porque he sufrido mucho. Me suele ocurrir tres días después de la primera función y mi punto más débil es la garganta y el pecho. Dejé de fumar hace seis años pero fui una fumadora empedernida y eso queda ahí.

¿Sigue manteniendo los nervios antes de salir al escenario?

Sí. Creo que el día que eso no suceda, hay que dejarlo.

¿Esta obra va a ser la última?

Por lógica tendría que serlo porque en noviembre cumplo 72 años. Si tengo que estar tres, terminaré con 75 y lo tendría difícil para más papeles. Me gustaría haber saneado bien mis cuentas para no tener tres trabajos, que los hago encantada y con ilusión.

No esconde su edad.

Entre otras cosas porque todo el mundo lo sabe. Cuando hice Las chicas de la Cruz Roja tenía 18 años, no podía tener 12. No soy amiga de las operaciones de cirugía estética aunque todos los días me miro al espejo y digo ¡ay dios mío si yo me quitara de aquí! pero también he pasado por esa tontería. Cuando cumplí 50 años era más tonta que cuando tenía 20. ¡Qué 50 años más tontos! Que si la menopausia, que si las arrugas...

En su espectáculo habla de sus amores. ¿Es una forma de superar los fracasos?

Sí, yo siempre me he refugiado en mis personajes.

¿Ahora se enamoraría?

No. Me niego a ello. A mí, mi marido me dejó, ¿para qué nos vamos a engañar? Además, los señores de mi edad son muy viejos.

¿Su nieto le hace feliz?

Sí, muchísimo. Hasta el punto de que esta semana he cometido dos errores gravísimos. Uno, irme el lunes a Madrid, aunque fui al médico. El segundo ha sido estar con mi nieto. Jugar con él, que me diera besos... Mi representante me regaña pero ¿para qué quiero yo la vida y el éxito si no puedo estar con lo que más quiero en este mundo?

¿Es un lujo trabajar?

Claro, además rejuvenece. Lo único que tomo en contra de mi salud es la cortisona cuando me quedo afónica. El otro día a salida del teatro, dos chicos de unos 40 años, que para mí ya son como recién nacidos me dijeron: ¡Oye Concha! ¿Te vienes a tomar una cerveza con nosotros? Me los quedé mirando y dije: ¿Por qué no? Pero la sensatez que me caracteriza me hizo decir que no. A mí, mis hijos cuando he sido madre me han destrozado porque a los únicos hombres a los que no he puesto los cuernos han sido mis hijos. Desde que nacieron me volví seria y respetuosa.