BENITO Zambrano (Lebrija, 1965) perdió ayer su condición de director novel tras el estreno de su último filme, La voz dormida, el tercero tras Solas (1998) y Havana Blues (2005). Después de una larga ausencia, el cineasta andaluz regresa con la adaptación de la novela homónima de Dulce Chacón, ambientada en 1940 y concebida a modo de "homenaje" a las mujeres perseguidas y encarceladas por el régimen de Franco.

La pregunta en la rueda de prensa tardó unos minutos en llegar, pero llegó. "¿Por qué hacer otra película sobre la Guerra Civil española?" Y el productor de La voz dormida, Antonio Pérez, saltó como un verdadero resorte. "Porcentualmente no hay tantos títulos sobre la Guerra Civil, es una de las grandes mentiras que trata de contagiar una parte de la prensa", dijo antes de enzarzarse con otro informador.

A punto estaba de iniciarse una guerra fratricida entre periodistas y peliculeros cuando el director intervino para relajar el ambiente y devolver la pregunta:"¿No vamos a hacer más películas sobre la posguerra? ¿Qué parte de nuestra historia podemos y debemos contar? ¿Qué fosas hay que abrir? ¿Abrimos o cerramos nuestra historia?" Zambrano consideró que quedan por hacer "muchas películas" sobre ese tema, sobre todo porque "la República, la Guerra Civil y la posguerra son unos de los acontecimientos más importantes del país en los últimos cien años", opinó, antes de añadir que lo importante es "hacer buenas películas independientemente de la época en la que transcurran". Y parafraseó a Luis Buñuel: "Lo último que puede hacer una historia es aburrir".

El filme concluye con una cita de Antonio Machado: "Para los estrategas, políticos e historiadores todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero, humanamente, no estoy tan seguro?Quizá la hemos ganado". Y si el director pretende lanzar algún mensaje, sería el mismo que expresa uno de sus personajes: "Aquella guerra nunca debió ocurrir". "El ser humano es capaz de hacer mucho mal y mucho bien, somos así, para qué negarlo, y como la cultura y el arte pueden servir para hacernos mejores, he intentado mostrar una parte de nuestra historia, no solo para que no se repita, sino para que aprendamos algo: nunca debió suceder una guerra de españoles contra españoles, de seres humanos contra seres humanos. Pasó y no va a dejar de pasar? Espero que no en este país", deseó.

También apostó por la necesidad de tomar partido, que es lo que él ha hecho con una película contada claramente desde el punto de vista de las víctimas, y añadió que si en su película, que reconoció "excesiva", ha ido "un poco más lejos" que en la novela al describir escenas explícitas de tortura es para no contar otra historia "de guante blanco" y "que el espectador sintiera también ese horror", porque "aquello fue un infierno". Y el filme, el último de los tres españoles presentados a concurso, arrancó ayer un torrente de lágrimas en las distintas proyecciones. "Llorar el arte es bonito, es lo mejor que te puede ocurrir leyendo un libro o viendo una película. Eso te reconcilia porque sabes que dentro de ti hay una persona que se deja doler. No hay cosa más terrible que pasar por un libro que no te deja nada y no te traspasa", consideró.

inma cuesta y maría león

Trabajo actoral

Zambrano confirmó haber realizado un exhaustivo trabajo de investigación histórica con el único objetivo de "hacer una película con la mayor verdad". "El cine es una gran mentira para hacer una gran verdad", recalcó. Por ello, se documentaron ampliamente y se entrevistaron con mujeres que pasaron por el calvario de las cárceles franquistas, "llenas de mujeres sin definición política". Durante el proceso, descubrieron un fenómeno "muy curioso", ya que mientras en la calle la mujer esaba relegada al pueso más bajo de la sociedad, en las cárceles aprendían a leer y a escribir, debatían de política y "mantenían la lucha y la confrontación".

En esa búsqueda de la autenticidad también fue esencial el trabajo actoral, aspecto por el que siempre se ha distinguido el director. "Lo más difícil es hacer que parezcan personajes de carne y hueso, pero la mitad del trabajo está hecha si tienes actores que trabajan por el personaje, que no son egoístas ni estúpidos", señaló.

Es el caso de las protagonistas de La voz dormida, Inma Cuesta y la debutante María León, muy aplaudidas por sus respectivas interpretaciones de hermana encarcelada y hermana libre. Ambas se han compenetrado de tal forma que incluso se dirigen una a la otra con el apodo de "hermana". "Ha sido una suerte encontrar a María. Tengo una hermana de verdad y ahora esta otra", contó Inma Cuesta. León, por su parte, definió su perosnaje de Pepita como "un bombón". "Trabajar desde la incoencia da un gusto muy grande, es un placer maravilloso porque trabajas como un niño", explicó.