Madrid. A pesar de que Artur Barrio, artista plástico portugués radicado en Brasil, no ha sido nunca partidario de los reconocimientos, el Premio Velázquez 2011 que recibió ayer de manos de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, supone para él un "incentivo" para seguir con su arte radical y "salvaje".

Barrio, quien recibió el Premio Velázquez de las Artes Plásticas 2011 en un acto celebrado en la sala de Las Meninas del Museo del Prado, reconoció sentirse "muy emocionado" por este premio a 44 años de trabajo en los que "jamás" imaginó que fuera a recibir tal galardón.

El jurado del premio, el más importante de las artes plásticas en el Estado, tuvo en cuenta la "universalidad" del lenguaje efímero utilizado por el artista en sus obras, elaboradas con materiales no convencionales como sangre, trozos de carne cruda, huesos o restos de basura.

Tras la ceremonia de entrega, Artur Barrio indicó a los periodistas que para él ha supuesto una "enorme sorpresa, por inesperada" este galardón, con el que se reconoce un trabajo "que rompe con los límites de la creatividad", y con el que proseguirá a pesar de sus 66 años.

El artista, entre cuyos pintores preferidos se encuentran Goya, Velázquez o El Bosco, aseguró que su edad no es un obstáculo para continuar con la "radicalidad" de su obra, aspecto de la misma destacado especialmente por el fallo del jurado.

Nacido en Portugal en 1945, aunque ha vivido prácticamente toda su vida en Brasil, Barrio cuenta entre sus trabajos más emblemáticos con Los envueltos ensangrentados, que empezó a producir en los años setenta en Río de Janeiro con materiales como sangre, plásticos, trozos de carne fresca y hueso.

Artur Barrio, cuya obra se expuso hace años en el Museo Reina Sofía y anteriormente en el Palacio Velázquez de Madrid, comenzó a dedicarse a la pintura en 1965, en Río de Janeiro y dos años más tarde ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

En 1969 creó sus Situaciones, obras hechas con basura, materiales orgánicos y objetos fuera de lo convencional, y ese mismo año lanzó Manifiesto, una protesta "contra las categorías de arte" y la situación política y social del tercer mundo.

Entre su obra destacan sus instalaciones al aire libre, sus esculturas con objetos cotidianos, sus performances e instalaciones y, sobre todo, su Libro de la carne, adquirido por el Centro Georges Pompidou de París.