"Un Catar ostentoso, tapizado de lujo desmesurado, más hortera que Marina D'Or, con góndolas navegando por falsos lagos, o palanganas grandes, dentro de los centros comerciales, y con gondoleros que no reman porque van a motor -el remo es demasiado humilde-; también rebaños de mujeres comprando en tiendas carísimas, todas con burka".