Saber retirarse a tiempo es sabia conducta que no todos los humanos practican y por tal motivo llevan los despojos de lo que fueron con menos dignidad que un meteco griego. En esta sociedad donde lo joven arrasa como valor sociológico y mediático, los jubilados tienen poco que decir y mucho que consumir y por ello la aparición de vez en cuando de uno de los conductores famosos, periodistas referentes de tiempos pasados en la tele, supone un ejercicio de caridad y compasión a falta de conjunción de los tiempos modernos con los estilos y modos periclitados. Esta falta de adecuación entre lo que fue y lo que hoy se demanda en la presentación de informativos se puso de manifiesto hace unos días en una entrevista a varias bandas con quien fuera excelente y singular presentador de televisión José María Carrascal que añorante de sus tiempos de presentador-opinador, nos quiso dar una clase de periodismo, enjuiciando la actualidad política, los líderes Zapatero-Rajoy y terminando con una proclama arengatoria a las masas de indignados que ya casi no recuerdan sus espectaculares y horteras corbatas, su aflautada voz y su capacidad para informar y opinar en un sándwich nuevo de las nuevas cadenas privadas de televisión. Profesionales de los medios insisten en perdurar a partir de la fecha de jubilación y quieren aplicar modos de éxito en el pasado que no encajan en la actual cambiante forma de hacer televisión, incluso en el campo de los informativos, antaño narración rígida y muy formal y hoy campo de experimentación de nuevos lenguajes televisivos. Entre Matías Prats y José María Carrascal hay más que diez años de distancia cronológica; hay todo un mundo de estilos, intereses y ritmos mediáticos que hay que saber aceptar. Los tiempos pasados, sontiempos pasados. Es la vuelta imposible. Algunos no lo quieren entender. ¡Allá ellos!