una muchachita de Valladolid pasada por el norte de África y crecidita en los platós de televisión se ha convertido en el más sofisticado personaje que se pasea, talonario en mano, por productoras y cadenas televisivas, a base de grito, improperio y escándalo amamantado por la espiral del enfrentamiento entre semejantes ejemplares de la fauna mediática, día sí y día también.Una mujer que explota sus ancestros árabes y formación universitaria, no se sabe si completada o a falta de media docenas de créditos por rematar, con desparpajo, naturalidad, melena al viento y pasito adelante que desborda los límites de los programas y hace de su actuación, espina dorsal de una nueva forma de producir, realizar y narrar en televisión dentro del campo de los programas de ficción. Nacida al calorcito del famoso programa de telerrealidad, Gran Hermano, la pantera mediática es incapaz de mantener un discurso equilibrado y juicioso sobre los personajes del circo rosa. Este personaje reparte estopa con una agilidad y velocidad digna del más famoso ventilador de Alfonso Guerra. Agresiva, invasiva, gritona, faltona, demagoga, ególatra y televisiva Aída Nízar que cumple a la perfección los guiones de su productora, alimentando un bicho que no sabemos dónde acabará ni cómo acabará, ante la apetencia devoradora de la televisión. Personaje que maneja los límites entre realidad y ficción, en un ejercicio de interpretación que puede acabar destrozando a la persona que se supone se oculta tras el escaparate de esta mujer capaz de pisar con soltura, firmeza y decisión cualquier estudio ante cualquier jauría de contertulios. Vive del grito, escándalo y denuncia de las miserias humanas que todos soportamos y que ella las saca ante una audiencia de dos millones de personas con un desparpajo digno de mejor causa. Aída sólo cumple con el guion, que para eso le pagan.