londres. A sus 69 años, Harrison Ford aseguró que todavía disfruta con "cualquier tipo de película", cuando regresa al cine de aventuras con un taquillazo a medio camino entre el western y la ciencia ficción, Cowboys and Aliens.

Asociado a personajes del cine de aventuras como Indiana Jones, se calza de nuevo el sombrero para protagonizar el filme junto a Daniel Craig. "Es una gran película de palomitas", apuntó el último James Bond, mientras Ford calificaba de "diferente y particular" esta cinta, que se estrenará en España el 2 de septiembre.

Los dos personajes se enfrentan a una trama que comienza como una película del Oeste para convertirse después en una historia de ciencia ficción a la que Ford trató de dar "profundidad y carácter". El actor interpreta a un vaquero "algo sabio, con experiencia". "No es agradable ni simpático. Es duro y cruel. A lo largo de la película tiene la oportunidad de lograr una especie de redención, entender mejor quién es", describió Ford.

Antes de comenzar el rodaje, Steven Spielberg, productor del filme, hizo llegar a los actores una caja con varias películas del Oeste para que se empaparan de clásicos del género, pero Ford aseguró que su personaje no tiene ningún cowboy de referencia.

Quien sí se fijó en anteriores vaqueros fue Daniel Craig, que aprendió de Clint Eastwood cómo se comporta un hombre duro en el Lejano Oeste. "Mi western favorito es Little big man, de Dustin Hoffman, y las películas de Sergio Leone, con Clint Eastwood. El actor describió su papel como un puro personaje de acción. "Es un hombre que se despierta en medio del desierto y ha perdido la memoria. Mata a unos cuantos tipos y acaba en la cárcel. Entonces aterrizan los extraterrestres", relató.

Pese a los extraterrestres, la cinta "mantiene las reglas del western", según señaló el director, Jon Favreau, responsable de filmes como Iron Man. En esta ocasión, ha dirigido una historia en la que un pequeño pueblo del Lejano Oeste norteamericano se enfrenta a la llegada de unos violentos seres de otro planeta.

Las dos estrellas de la película, que recaudó 36,4 millones de dólares (25,4 millones de euros) el fin de semana de su estreno en Estados Unidos, aseguran que compartieron un rodaje plácido.