pamplona. ¿Por qué ha decidido Marino Goñi que éste sea el momento de jubilarse, y dejar Gor?
Primero, porque ya puedo hacerlo. Y, segundo, porque, realmente, este negocio es casi algo del pasado. Hay que tener en cuenta que la crisis de los discos empezó, más o menos, con el siglo. Y el recambio viene, pero tarda, es diferente y la lucha es muy dura. A mí, esta historia me toca con 40 años, y me hubiera reciclado; y de hecho, no me ha quedado otro remedio que hacerlo. Pero ahora es mucho más duro todo esto y no tienes las mismas fuerzas.
Precisamente, ahora que llegan tiempos de cambio en la industria musical, casi de revolución, ¿no es cuando más necesarias se hacen voces con experiencia como la suya?
Creo que la experiencia es muy válida, pero no solo vale con ella, también es necesario el ánimo y el espíritu. El mundo del rock and roll está, básicamente, llevado por los jóvenes y necesita mucha energía.
Pero, este no es, quizá, un concepto que muy de aquí, ya que, por ejemplo, en Estados Unidos, el rock se respeta y, de hecho, los músicos y editores veteranos son figuras a las que se tiene muy en cuenta.
Cierto. Aquí, por ejemplo, a gente mayor que yo, que ha estado muy vinculada al rock and roll, se le arrincona. En este sentido, puedo poner el ejemplo, independientemente de que guste más o menos, de Miguel Ríos. Él es un luchador que ha llegado a los 65 y ha dicho que se corta la coleta. Hace poco vi el documental de Socorsese sobre los Rolling Stones y..., joder, llega un momento en que acabas siendo una parodia de ti mismo, algo que se hace evidentísimo en el escenario; pero los que no estamos en las tablas, también lo notamos. Y, por otra parte, prefiero estar al 100% de mis posibilidades para trabajar; la experiencia te puede servir, en ocasiones, para pulir la falta de energía, pero no toda... Y yo no quiero ser una parodia de mí mismo, creo que es el momento de hacerlo y creo que hay un montón de cosas para entretenerme antes de que me vaya al otro barrio, que tengan que ver con la música o no.
¿Esto quiere decir que se va a apartar de la música?
No, pero, a los que nos gusta la música, la cantidad de horas que metes oyendo música son muchísimas, y si no te dedicaras a esto profesionalmente, no lo harías. En algún tiempo si es acumulable escuchar la música que te gusta y la que tienes que trabajar, pero pasan los años y esa primera parte se acaba reduciendo de tal manera que solo escuchas aquello con lo que tienes que trabajar. Ahora, en los meses que llevo fuera de Gor, me he encontrado escuchando todos los días música; de hecho, estoy recuperando el placer de escuchar música, ya que la deformación profesional me había llevado a no disfrutarla... Porque yo creo que esto de la música es bastante visceral y su disfrute no debería tener nada que ver con el trabajo; y los que nos dedicamos a esto es porque tenemos mucha afición, nos gusta mucho, y con eso lo suplimos. Pero añoraba poder escuchar música cuando y como quisiera; ahora estoy haciéndolo y me encanta.
Tras su salida, ¿cómo va a quedar el sello Gor?
En Gor siempre nos hemos planteado la continuidad, nunca tuvimos la intención de cerrar. Al frente del sello se queda Patxi (Goñi, su hermano), que lleva toda la vida conmigo y sabe perfectamente cuál es el trabajo. Además, tenemos un catálogo muy importante, generado gracias a 20 años de trabajo, por lo que la continuidad está asegurada. Simplemente se inicia una nueva etapa.
A Marino Goñi, en los últimos años, se le ha utilizado desde diversos ámbitos como una especie de gurú capacitado para adivinar hacia dónde camina el futuro de la industria musical. Pues bien, ¿cuál cree que será ese porvenir?
No lo sé. Lo que es claro es que estamos en un proceso de transformación, del que actualmente se han dado tres cuartos de vuelta pero todavía falta el último. La edición y la producción de música no van a desaparecer, pero sí va a ser más difícil y más complicada, sobre todo porque no se vislumbra una forma clara de monetizarla. De hecho, en los últimos años, en el mundo del rock, se ha producido un abandono masivo y se han cerrado estudios, tiendas, discográficas y distribuidoras. Por lo tanto, está claro que se abre una nueva época, pero no sé cómo va a ser... No me fue difícil ver lo que ha ocurrido hasta este momento pero de lo que va a ocurrir a partir de ahora no me atrevo a decir nada.
Al margen de lo que depare el futuro, y al margen de la industria, ¿cómo ve la escena navarra Marino Goñi?
Estamos en un momento excelente. Ahora estamos recogiendo los frutos de la huerta que se plantó vete a saber cuando... Y es que hay que tener en cuenta que la escena de Pamplona no empieza hace 10, 20 o 30 años, la escena de Pamplona ya existía en los años 50. Aquí había una tradición rockera que en los años 60 era muy potente, en la que yo me crié. Pero los años 70 fueron criminales y casi desapareció. Creo que somos bastantes afortunados porque en Navarra, ahora, hay un montón de grupos algunos de los cuales son de primer nivel, estatal e incluso mundial. En este sentido, la cantera no es, o no ha sido, mala, pero a ver qué sucede con las nuevas generaciones; ese es el mayor miedo.
Miedo, ¿por qué?
Porque el problema es que se necesita una infraestructura a la que subirse, y que si tu tienes un grupo y cosas que decir, te permita ir hasta arriba. Siempre he sido partidario de que los grupos tuvieran un claro un interés en ir para arriba.
En este sentido, Gor siempre ha mantenido la política de dar carta de libertad a sus grupos cuando éstos ha querido subir un peldaño más.
Si el grupo iba hacia arriba y su cambio era para ir a mejor, por supuesto. A mí lo que me fastidiaba es que un grupo se fuera de Gor para ir a una casa de parecidas prestaciones o de inferior calidad. Esto siempre ha sido así, los sellos pequeños hemos descubierto a los artistas y los grandes los han desarrollado, por decirlo de una manera fina.
¿En algún momento tuvo la oportunidad de hacer de Gor un sello más grande, estatal?
Claro que la tuve. Pero uno aprende de las experiencias y yo tenía claro que no quería tener a nadie encima de mí, excepto el público, a la hora de editar discos. Yo he trabajado con jefes haciendo discos, en los tiempos de Oihuka, por ejemplo, e, independientemente de que fueran buenos o malos, siempre te exigían un rendimiento económico... Y en este mundo eso es muy difícil, porque al cabo del año haces diez discos, de los cuales ocho se venden pero hay otros dos que no; y el jefe siempre se fija en el fracaso. Y yo necesitaba en este aspecto no tener más límite que yo, y mis hermanos, que hacían equipo conmigo.
Marino Goñi fue quien acuñó la etiqueta de Rock Radical Vasco, admirada ahora por unos y vilipendiada por otros. ¿Qué recuerda de aquella época y cómo nació el nombre?
El rock and roll vasco, o como se le quiere llamar, en los años 80 fue una locura total. Exportamos ideología, música y locura. El nombre de Rock Radical Vasco se inventó en la barra del bar Deportivo de la calle Jarauta, producto de una tarde noche de cervezas dándole vueltas a cómo podíamos enseñar la movida que había aquí, de la que no se estaba enterando nadie mientras nos bombardeaban con Alaska y los Pegamoides y todas esas historias madrileñas. Tenía que ser un nombre explícito: evidentemente era rock, porque no era folk ni pop; era radical porque las letras no eran las de Sergio Dalma; y era vasco, algo que nosotros mantuvimos a pesar de que algunas personas nos decían que no era vasco porque no se cantaba en euskera, cuando la realidad es que aquí se hablaba en tres idiomas. Ni siquiera se nos ocurrió poner la traducción del nombre al euskera porque lo que nosotros queríamos era que se enteraran en Madrid.
Tras pasar por tres sellos y editar decenas de grupos, ¿qué le ha quedado por hacer a Marino Goñi?
Profesionalmente hablando, creo que nada... He hecho casi todo lo que he querido. Eso no significa que no haya habido grupos que hubieras querido grabar y que se te escaparan, o que no te enteraras. Sí me hubiera gustado tener una banda estable para tocar en directo, y, en cierta manera, no he podido. Dije que cuando me jubilara, montaría un grupo, pero no lo voy a hacer. Siempre he tenido una parte de músico que casi nunca he podido desarrollar en serio por culpa del trabajo.
¿Con qué se queda de estos más de 30 años de profesión?
Personalmente, que uno es más feliz si hace lo quiere; es decir, si se dedica a lo que le gusta. De hecho, volvería a dedicarme a lo mismo.
¿Cuál ha sido la espina que se le ha quedado clavada?
No tengo ninguna... No hay que guardar ninguna espina clavada, es mejor para tu salud mental y física.
¿Y el error?
El exceso de confianza. En este mundillo, si no te la juegas, estás haciendo el idiota; esto implica que algunas veces te la juegues más de la cuenta y te des un leñazo. En la producción de discos siempre hay un riesgo.
Ya jubilado, ¿qué ve Marino Goñi cuando echa la vista atrás?
Es como si de pronto el mundo se hubiera hecho en color. Antes todo era muy gris... El recuerdo que tengo de mi infancia y mi juventud es muy gris; ahora todo es de colorines.
¿Cuáles fueron esos momentos que marcaron su carrera profesional?
Tengo muchos momentos buenos, pero apenas los recuerdo. Los que recuerdo son los malos, como los funerales de los músicos con los que he trabajado; además, es algo de lo que me acuerdo muchas veces.
Todo lo vivido por Marino Goñi, ¿lo plasmará algún día en un libro?
Mi idea, a largo plazo, si tengo ganas y estoy bien, sería esa, ir recopilando capítulos de mi vida... Pero no tengo nada ideado, necesito tiempo para reposar
Para acabar, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?
Echo en falta fumar en los bares (risas). Todo lo demás no es tanto musical si no cómo te gustaría que fuera el mundo. Echo en falta más solidaridad y menos individualismo, creo que vamos en una dirección equivocada.
l El origen. "Yo empecé trabajando de controlista en Radio Popular FM de Madrid. Aunque fui a estudiar Ciencias de la Imagen en la Complutense, aquella fue mi auténtica universidad, un trabajo que conseguí gracias a mi hermano Josemari. La universidad, en aquellos tiempos, era un tocho total, muy poca gente daba una clase interesante; sin embargo, yo iba a la tarde a la radio y aprendía 10 veces más que una semana en la universidad. Eso me llevó a que me interesara cada vez más la radio y menos las clases, lo que hizo que no terminara la carrera. Yo siempre digo que me licencié en la 99.5 de Madrid. Mi primera entrevista fue a Storm, un grupo sevillano de rock, allá por el año 72, creo".
l El regreso a Pamplona. "En el año 77 vuelvo a Pamplona porque hay otras motivaciones en la vida, no solo musicales. Cuando se muere Franco, yo vislumbro que todo se ha acabado o que le que va a suceder a partir de ese momento en Madrid no me interesa. Y, sin embargo, tengo un auténtico mito con Euskal Herria; intuí que las cosas que iban a pasar en casa me iban a gustar más que las que iban a suceder en Madrid".
l Soñua. "De Madrid me traje toda la experiencia y tenía que aplicarla de alguna manera. Cuando llegué a Pamplona, conseguí que, además del trabajo de controlista, me dieran un programa de una hora, Más o menos rock, en el año 78. Al margen de las novedades internacionales, yo quería que la cantera se notara, y así empezamos a hacer entrevistas y a organizar algunos conciertos. Eso era lo más divertido, y es que yo con lo que disfrutaba era viendo a los Kafarnaún, a los Tocamás, a los Tubos de Plata o a los Madalena; y, por otra parte, la radio me permitió conocer a gente como El Drogas, Josetxo Bicho o Jimi Tijuana. Este caldo de cultivo fue el que provocó que la radio se me quedara pequeña. Y en estas estábamos cuando un día llegó a mis oídos que en un estudio de la Txantrea necesitaban a alguien que grabara publicidad y, yo que había grabado en Madrid cientos de cuñas de El Corte Inglés (risas), para allí que me fui. Eran tres socios que estaban dando forma a un sello que se llamaba Soñua, muy enfocado hacia el folklore. Pero como yo tenía el gusanillo del rock metido, montamos Soñua Nafarrock, con la idea grabar EP's en las horas libres de estudio que dejaba la publicidad. Los primeros que grabamos fueron el de Los Motos y el ¡Ahora qué!, de La Polla Récords, aunque al primero que se le ofreció grabar fue a los Tubos de Plata, pero nos dijeron que no. El tercer grupo que fichamos fue Barricada, con los que editamos el primer LP (Noche de rock and roll); un disco que grabamos en el estudio de la Txantrea pero que, posteriormente, tuvimos que volver a regrabar en los estudios Tsunami de Donosti. Después grabamos a grupos como Kortatu o Hertzainak".
l Oihuka. "Llega un momento en el que Soñua pasa por dificultades y, en 1987, los socios nos dividimos. Unos crearon Nola! y yo creé Oihuka. Con este sello lo único que hicimos fue continuar el trabajo que veníamos haciendo con Soñua, en cuanto a trabajar con la cantera y la escena de Euskal Herria. La gran diferencia era que Elkar nos ofreció una estabilidad económica que no conocíamos, lo que nos permitió ofrecer a los grupos más medios para grabar y trabajar. Una estabilidad que, además, nos permitió editar en Euskal Herria discos extranjeros, así como hacer contactos con otros sellos y grupos de fuera del Estado ; eso sí, con un espíritu muy ecléctico. Con Oihuka estuvimos 5 años, en los que editamos, por ejemplo a Tijuana in Blue, Potato, Delirium Tremens, Los Bichos o Hertzainak. El último que edité fue el primero de Negu Gorriak".
l Gor. "Llegó un momento en el que me di cuenta de que teníamos que arriesgar más en la producción, y por otra parte, eran unos años en los que muchos grupos deciden montar sus propios sellos, como es el caso de Esan Ozenki, Zika Records o Aketo, de los Hertzainak. Todo esto confluyo en que mis hermanos (Antonio y Patxi) y yo, decidiéramos dejar Oihuka y montar nuestro propio sello, Gor. Una discográfica con la que nos lanzamos a hacer todo, desde grabar el disco hasta llevarlo a la tiendas. Lo primero con lo que pegamos en Gor fue Urtz, pero después llegaron Parabellum, Manolo Kabezabolo, los Huajolotes o Berri Txarrak, entre otros muchos, claro".
l La Polla Récords. Unos buenos compositores y unos buenos intérpretes, concretamente Evaristo... Componiendo temas punk en castellano, hay pocos que les igualen.
l Kortatu. Fermín to palante. Al principio no eran unos grandes intérpretes, pero su directo era catártico... Desde que empezaba hasta que acababa, aquello era un desmadre.
l Barricada. El Drogas siempre ha tenido una intuición particular... El Drogas es Barricada, y es Txarrena y fue La Venganza de la Abuela y puede ser 18 personajes más. Es un súperdotado para esto.
l Hertzainak. Estuvo bien mientras duró. Para mí, las juergas buenas han sido con música de Hertzainak. Yo viví muchas aventuras con ellos, eran muy sobraos.
l Tijuana in Blue. También eran catárticos, toda una generación ha bailado con ellos.
l Kojón Prieto y los Huajolotes. La actitud ante todo, pero la actitud vivida a fondo. Eran como una banda de forajidos; tenían lo más abyecto y lo más sublime, todo mezclado y todo a la vez.
l Berri Txarrak. Son palabras mayores. Gorka es un ser especial.