pARA evitar que se derrita rápidamente bajo los focos, la crema de helado que se utiliza en los anuncios es normalmente puré de patata. Sin embargo, bajo el -presunto- sol de agosto, en tierra de fécula será la caipirinha la que trate de calmar la sed de imágenes, tradición y colores que cada año despiertan las jornadas culturales de agosto, un clásico estival que este año alcanza la décima edición de la mano de Brasil.
Serán seis días salpicados de una treintena de actividades que van de la conferencia a la proyección, del taller a la degustación, de la exposición a la exhibición, comprimiendo al gigante sudamericano del 22 al 26 de agosto. "Brasil por sí mismo merece un mes, lo hemos escogido por su diversidad", asegura la coordinadora de la empresa Icono Difusión Cultural, Concha Garrido.
Las imágenes comenzarán a brotar dos semanas antes, el miércoles 10, con la inauguración de la muestra Terra, a cargo del fotógrafo Sebastião Salgado, que ofrece desde su objetivo, como acostumbra, "un mosaico humano y paisajístico de la desigualdad de su país". Porque, más allá de su pujanza económica actual, en busca de un sitio privilegiado en el ranking mundial, los contrastes sociales son moneda de cambio del territorio carioca.
Un desequilibrio que también se encargarán de mostrar las cintas proyectadas en los cines Guridi, que junto a Villa Suso, Artium y las calles de la ciudad ejercen de sedes del programa. Tropa de élite, Pixote, la ley del más débil, Estación Central de Brasil, Barravento y los documentales Vinicius y Oscar Niemeyer. La vida en un soplo se encargarán de acercar la realidad del país a través de la pantalla.
De la imagen a la palabra, las conferencias serán otra de las piezas claves en el programa de interior. Charlas que presentarán una mirada antropológica del país, que visitarán la realidad amazónica, que desentrañarán sus claves artísticas, o que, de la mano de los aventureros gasteiztarras Eneko Etxebarrieta y Miyuki Okabe, compartirán las experiencias desde la itinerancia de un tándem.
Cuando la palabra se canta es música, y la brasileña será elemento indispensable para entender un país sinónimo de "movimiento, ritmo y ganas de vivir", apunta Garrido. Habrá muchas variedades musicales, desde la educacional Telaraña; canciones para mejorar el mundo, de Vanessa Borhagian, hasta el taller de canto que ofrece la misma artista. Desde pasacalles, talleres y exhibiciones de maracatu -expresión cultural que conmemoraba las coronaciones de los reyes negros- y maculelé -danza folklorica de los esclavos africanos- hasta las inevitables presencias de capoeira, batucada y samba.
Músicas y danzas con muchos sabores, como los de las ya tradicionales degustaciones de las jornadas, que llegarán en forma de dulces y bebidas -zumo de guayaba y de maracuyá, guaraná y cerveza brasileña- (miércoles 24) y de caipirinha (viernes 26) hasta la Virgen Blanca. Todo comenzará el lunes 22 en Villa Suso, con una inauguración del programa a cargo de Rafael López de Andújar.