Madrid. El mercado de la música grabada en España continúa cayendo. Las cifras del primer semestre, hechas públicas ayer por Promusicae, entonan uno de los blues más tristes de los últimos años, con una caída acumulada del 18,69% en lo que va de año, respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.
Cuando en julio de 2008 la industria anunciaba con pavor que el volumen de aquel primer semestre se reducía hasta los 126,5 millones de euros, nadie imaginaba que apenas tres años después esa cifra se reduciría a algo menos de la mitad incluyendo los ingresos generados por los nuevos canales digitales.
Los números son aún más crueles si se comparan con los primeros años de la década, cuando el volumen del mercado rondaba, en los primeros seis meses del año, los 250 millones, es decir, casi cuatro veces más que ahora. Y es que en lo que va de año, las ventas de música grabada en España se reducen a tan solo 62,5 millones de euros.
El peor parado es el mercado de soportes físicos, cuya caída supera el 30,5% sin llegar siquiera a los 40 millones de euros. Pero este dato es aún más preocupante si se analizan las cifras del mercado digital, que ha frenado su tendencia en el crecimiento. Así, donde en el primer semestre de 2010 había un aumento de casi un 30%, en 2011 la industria debe contentarse con un tímido aumento del 15,4%.
De hecho, esta cifra se salva por la pujanza de los servicios de streaming (tipo Spotify en su versión gratuita) que se perfilan como el modelo preferido por los usuarios legales de Internet. Así, frente a una espectacular subida del 303% en este tipo de servicios (que se traducen tan sólo en 10 millones de euros), las ventas directas de canciones y álbumes on line caen casi un 20% y las realizadas mediante servicios de telefonía móvil se reducen en más de un 52%.
"No estamos hablando de un cambio de modelo del mercado físico hacia el digital, que sería una buena noticia. Es simplemente que los españoles se han acostumbrado a no pagar por acceder a la música", apuntó Antonio Guisasola, presidente de Promusicae. Guisasola añadió que "la pasividad de los sucesivos Gobiernos durante estos años en cuanto la lucha contra la piratería ha propiciado una imaginería popular en la que la música carece de valor, y los aprovechados que la difunden son vistos como los liberadores de la cultura en vez de los parásitos que realmente son". "La Ley Sinde llega tarde. En realidad aún no ha llegado. Cuando a principios de año nos congratulábamos por la aprobación de dicha ley, confiando en que supusiera al menos un tímido primer paso hacia el buen camino, dejábamos un margen a la esperanza. Seis meses después, su puesta en vigor se retrasa al menos hasta final de año", planteó. Se preguntó "hasta cuándo podremos aguantar esta sangría". "Sin ley frente a las descargas ilegales, los contenidos siguen circulando por la red sin ningún tipo de protección", concluyó Guisasola.