El Festival de Jazz ya mira a su próxima edición. Empieza la cuenta atrás para una cita que volverá a llenar la ciudad de momentos irrepetibles. Y tendrá, de nuevo, su escenario central en Mendizorroza. Hasta hace unos días, sin embargo, la teoría decía que al certamen le quedaban tres o cuatro años más en el polideportivo antes de trasladarse al BAI Center, ganando por el camino aforo y otra serie de novedades. De hecho, la organización pensaba en la necesidad de dar un paso más en el crecimiento del evento ante la posibilidad de contar con más público. Pero todo eso se ha caído de un plumazo tras la decisión del Ayuntamiento de desestimar el proyecto del auditorio y palacio de congresos.
Ante este nuevo panorama alguno podría pensar que el festival puede permanecer en el polideportivo sine die. Pero de eso nada. Mendi ya no puede más. Las goteras del martes tras la tormenta que cayó por la tarde ofrecieron la última estampa del desastre en el que vive el espacio. Los asientos de madera están rotos o en una situación deplorable. Gran parte del complejo es inaccesible. Los baños situados en una de las esquinas están tapados porque las aguas fecales se desbordan, sin contar con el olor que sale de ellos. Y..., bueno, la lista de deficiencias es muy larga, ocasionando cada vez más quejas por parte de los espectadores.
Desde hace un par de legislaturas, hay, en un cajón del Consistorio, un plan de renovación del polideportivo que, a grandes rasgos, supone algo más que un lavado de cara. Sin embargo, la nueva plaza de toros, primero, y el BAIC, después, han servido como excusa para, más allá de algunos parches, no invertir ni un euro en solventar de raíz los defectos existentes. Además, teniendo en cuenta la actual situación de crisis económica y los planes de recorte de las instituciones, es evidente que ese plan de reforma seguirá guardado.
El certamen lo tiene difícil. En Gasteiz sólo tiene tres alternativas que reúnan un aforo mínimo. La primera, la de más capacidad, es el Buesa Arena, aunque por diferentes razones habría que descartarla desde el inicio. Las otras dos son el polideportivo y el coso taurino, toda vez que sea reformado por necesidades baloncestísticas. A favor del pabellón, más allá de cuestiones sentimentales y de ubicación, está, ante todo, su acústica. En contra, todo lo ya explicado. En lo que respecta a la plaza, se repiten las razones pero en sentido contrario. Es decir, en lo positivo estaría la comodidad de un espacio casi nuevo y, en teoría, bien acondicionado con, además, un aforo superior, mientras que en lo negativo se situaría que su sonoridad es un total y absoluto desastre. Existen en el mercado sistemas para mitigar esas carencias, pero ni siquiera los más caros serían de verdad útiles para el nivel que requiere una cita de relevancia como la alavesa.
El traslado al coso será, si se produce, por imperativo político, no porque el festival quiera. Pero quedarse en Mendi en estas condiciones es también un riesgo puesto que puede terminar ahuyentando al público.