Vitoria. Se terminó la cuenta atrás. Casi sin tiempo para recuperarse del último y multitudinario Azkena Rock Festival, Vitoria se pone desde hoy el traje de la improvisación y de los fraseos interminables. La trigésimo quinta edición del Festival de Jazz levanta su telón con una oferta que, entre la programación oficial y las paralelas, ofrecerá a la ciudad casi un centenar de conciertos en siete días, la mayor parte de ellos, además, gratuitos. Desde el mediodía hasta bien entrada la madrugada, casi cada rincón de la capital alavesa va a estar tomada por un certamen que toma el relevo de Getxo para conducir a los habituales y a los nuevos espectadores por propuestas de lo más variado dentro de un género que hace ya tiempo va más allá de la cita de cada julio, por lo menos en Álava. Con un presupuesto ajustado (el 74% del dinero llega de los recursos propios y de los patrocinadores privados) y con unos precios sin casi variaciones para no retraer a los bolsillos en plena crisis, todo está preparado para intentar un nuevo triunfo en lo cuantitativo y en lo cualitativo.
De momento, antes de que todo empiece, lo cierto es que las expectativas para las actuaciones de pago se van cumpliendo y es más que probable que las dobles sesiones del polideportivo del jueves (liderada por Jamie Cullum), viernes (Rubén Blades) y sábado (con el recuerdo a Miles Davis de Marcus Miller, Wayne Shorter y Herbie Hancock) cuelguen el cartel de completo. De todas formas, la oferta se multiplicará con recitales en la calle, en el Museo de Bellas Artes de Álava, en el Jardín de Falerina, en un gran número de bares y pubs de la ciudad, en... Todo ello sin olvidar la estimulante programación del Jazz del Siglo XXI en el Principal, la duodécima edición del Seminario de Jazz (esta vez impartido por Fred Hersch), la exposición fotográfica de Josu Izarra en la Casa de Cultura y otros eventos.
Gasteiz va a respirar jazz por los cuatro costados durante esta semana y sólo faltan tres cosas para que todo salga a pedir de boca: que los músicos estén a la altura (lo que se presupone); que los espectadores respondan (lo que se intuye); y que el tiempo acompañe sobre todo a aquellas citas planeadas al aire libre (lo que, en el norte, es ya mucho aventurar). Y ello mientras el disco que Wynton Marsalis dedicó a Gasteiz (Vitoria suite) sigue dando buenas noticias, reeditándose en países como Alemania.
Agenda apretada Los primeros sonidos del XXXV Festival de Jazz se empezarán a multiplicar hoy mismo. De hecho, el que va a tener que hacer lo mismo es el músico gasteiztarra Raúl Romo, que junto a su The Hot Wok va a protagonizar la jornada inaugural. Lo hará abriendo el Jazz Terrace de Montehermoso, a las 13.30 horas junto a la Banda Municipal de Música ofreciendo una versión muy particular de sus propuestas jazzeras y funkys. Repetirá, desde las 18.00 horas, en el escenario de Mendizorroza.
Y es que el polideportivo será un año más el encargado de acoger la fiesta de apertura, ese picnic de Nueva Orleáns que se viene realizando desde hace varias ediciones pero que en las últimas se hace bajo techo por aquello de la crisis. La razón es sencilla: la eterna amenaza de la lluvia en una ciudad como Vitoria obliga a montar dos escenarios (uno en Armentia al aire libre y otro en el pabellón) pero como no andan las cosas como para pagar tanta producción, el certamen viene optando por la opción más lógica, montar sólo unas tablas y hacerlo entre cuatro paredes. Eso sí, la entrada sigue siendo gratuita.
Para este primer gran concierto, el label está asegurado. B3 Dixieland (esa banda nacida del cuerpo de bomberos de Vitoria que ha ido creciendo con el paso del tiempo) y los ya mencionados The Hot Wok harán bailar a más de uno. Eso, para cualquiera que ya los conozca, es algo asegurado.
Tras este inicio dominical, el certamen seguirá su estructura habitual, ese sello propio que desde hace muchos años ha hecho que el encuentro alavés esté por derecho propio entre los mejores de Europa y sin necesidad de recurrir a grupos que nada tienen que ver con el jazz por mucho nombre mediático que arrastren.
Así que mañana (¡cómo no!) el gospel será el rey en Mendizorroza con la presencia de Craig Adams y su coro. Siguiendo en el polideportivo, el martes será un día prohibido para aquellos a los que no les gusta mover ni la cabeza en los conciertos gracias, sobre todo, a la presencia de Trombone Shorty en la primera doble sesión de este año, que abrirá el doctor Michael White.
El miércoles es un día señalado para aquellos con ganas de dejarse sorprender ya que habrá que ver en Mendi qué inventa Nigel Kennedy (un hombre que dentro pero también fuera del escenario es todo un espectáculo, para lo bueno y también para lo otro) en una cita que abrirá un Kyle Eastwood con el que hay ganas de reencontrarse. Otros que volverán serán, el jueves, José James y el inquieto Jamie Cullum, mientras que el viernes todo se inundará de sabor latino con Michel Camilo y un Rubén Blades muy esperado.
El broche final lo pondrá el sábado un trío de lujo (sin menospreciar al de Danilo Pérez, que abrirá la jornada de clausura) formado por Marcus Miller, Wayne Shorter y Herbie Hancock, unidos en una gira exclusiva de recuerdo al maestro Miles Davis (en el Estado sólo se les podrá ver en Gasteiz).
Pero los que ya conocen qué pasa en la capital alavesa estos días saben a la perfección que quedarse sólo con los que sucede en el pabellón es pecado (un polideportivo, por cierto, que habrá que pensar en reformar ahora que el proyecto del futuro auditorio ha sido descartado). Cita obligada será un año más la del Jazz del Siglo XXI. Por el Principal pasarán Michel Portal o Alfredo Rodríguez, entre otros, aunque cabe destacar, por la cercanía y la calidad, lo que pasará mañana. La habitual Konexioa, esa fusión entre músicos vascos y americanos, contará en esta ocasión con la presencia del gasteiztarra Gere, que se unirá con todo un blues brother como Lou Marini.
A partir de ahí, habrá conciertos desde el mediodía hasta las tantas tanto en el centro de la ciudad como en diferentes barrios, y es que este año está llamando la atención de manera especial el esfuerzo que están haciendo distintos locales de zonas como Salburua o Zabalgana.
No son tiempos fáciles para nadie y tampoco para eventos como el Festival de Jazz. Sin embargo, el certamen no ha querido ni bajar la calidad de su oferta ni hacer recortes en su estructura, aunque ello no quiera decir, ni mucho menos, que no se haya apretado el cinturón. Pero desde hoy se abre el paréntesis. No hay que hablar de dinero. Hay que abrir bien los oídos. La música ya suena.