vitoria. No conviene olvidar la historia. Tampoco la de la imagen. Silvia Eiblmayr ha comisariado la selección de vídeos de Contraseñas, un The gaze and the apparatus of new media que a través de sus piezas reflexiona y critica la forma en que la mujer es tratada por los mass media. Pero sabe -sus referencias históricas son habituales- que la femineidad como icono viene desde lejos. Desde Venus. "Es una vieja historia".

Más cerca, hace dos días, se sitúa una imagen que encaja perfectamente en la conversación, una comentada instantánea de fiestas de San Fermín que presenta a una mujer en hombros, en pleno éxtasis festivo, desnuda de torso para arriba, manoseada y centro de miradas de la multitud de mozos. "Ésta es la realidad y nunca se me ocurriría decirle a ella que no hiciera lo que quiera", apunta, reconociendo a la par que -aunque no suscribe el estilo de moralidad norteamericano- "las imágenes impulsan" y escoger ésta sobre muchas otras es fruto de esa tendencia de "el sexo siempre vende". Pero el sexo, sobre todo, femenino. "Si fuese un hombre el que se desnudara...".

Silvia se queda la imagen. Probablemente, la incluirá en su curso sobre cultura de la imagen. Es doctora en Historia del Arte y no puede evitar concatenar referencias. La fotografía le evoca, inevitablemente, el símbolo del San Sebastián. El trabajo de su compatriota Hermann Nitsch, que combina la pintura, el teatro, la música y la esencia de los rituales religiosos y paganos, que levantaron polvareda.

Pero otras artistas son las protagonistas de una selección que abre Charlotte Moorman, con una acción en la que, también con el torso desnudo, colocó en sus senos sendos monitores en los que los espectadores encontraban sus propios rostros. Vuelve la red referencial, con un Acteón castigado a la muerte por Diana. No es tan letal la influencia de las artistas del siglo pasado, en torno a los setenta, con el lenguaje del vídeo, pero "la clave para la deconstrucción ha sido la mirada de la propia mujer; no quiere decir que no siga Venus, pero hay también otra forma de mirar".

La sádica invasión de la intimidad del Rape, de Yoko Ono. El intencionado problema técnico de visión del Vertical roll de Joan Jonas. La estética vuelta de tuerca de las piezas de Lynda Benglis y Friederike Pezold. El juego visual y sonoro -ruido y música son piezas claves- del Meeting point de Sanja Ivekovic y el Technology/transformation: Wonder woman de Dara Birnbaum. El aplazamiento del deseo, distorsionado, histérico, del vídeo I´m not the girl who misses much, pieza de Pipilotti Rist.

Piezas, todas ellas, que se mueven por festivales, ciclos de museos y centros de arte mostrando la anticipación de estas miradas, el poder del vídeo con su "posibilidad de intervenir" en la imagen para extraer a la mujer de su papel eternamente rodado por los mass media. Y por otros poderes. "El poder es masculino, no sólo en término simbólico, sino en el político, en el económico...".

Estas imágenes convencionales de la femineidad que ha seleccionado Silvia Eiblmayr podrán verse en el apartado de Contraseñas de Montehermoso hasta el 16 de septiembre. La mirada vuelve a mirar desde el vídeo. Vuelve a mirarse.