bilbao. "Es un poco pesado ya que nos comparen con Radiohead", asegura el guitarrista de Vetusta Morla, Guillermo Galvan. El sexteto, una de las revelaciones del último pop indie estatal, presentará su segundo disco Mapas en el Bilbao BBK Live, muy cerca de donde lo registraron. "Lo grabamos en los estudios Garate, en Andoain, con Kaki Arkarazo, porque buscábamos un estudio grande para grabar juntos y con una mesa analógica, para plasmar la visión y la viveza del grupo en directo. Nos enamoramos de su gente y del emplazamiento. Y comimos muy bien, sidrería incluida", apostilla.
El grupo repetirá en el festival, ya que estuvo hace dos años. La cosa fue bien, ¿verdad?
Pues sí, aunque acabábamos de aterrizar de un viaje a México y estábamos con jet-lag. El festival es de las citas mas atractivas de por aquí debido a su bonito emplazamiento en el monte, con un cartel tan atractivo y con una organización pendiente de todo. Es un lujazo para el público y los grupos. Siempre que hemos tocado en Bilbao acabamos con buenos recuerdos. Por eso nos apetece volver.
¿Cambia el chip del grupo en un festival o en una sala pequeña?
El chip debe ser el mismo: tratar de meterte a la gente en el bolsillo y convertir el tiempo del concierto en un momento especial donde fluya la energía desde arriba a abajo del escenario, y al revés. El festival permite que te vea más gente, y el inconveniente es que el grado de atención de la gente en una cita de estas tan grande no es el mismo del que paga una entrada en una sala para verte a ti, exclusivamente.
Pasó mucho tiempo entre el primer disco y el actual. ¿Se debió al gran nivel de exigencia del grupo o sentisteis la presión del éxito?
En realidad no fue tanto tiempo, porque la gira anterior concluyó en noviembre de 2009. Componer y hacer el segundo disco nos llevó 2010 y algo de este año. Ha sido poco más de un año, aunque desde fuera, si se ve la fecha de publicación del debut, sí han pasado tres años. Tener sello propio nos permite trabajar sin prisas y sacar el disco cuando estábamos convencidos de que estaba terminado.
¿El sello propio no resta tiempo a las cuestiones artísticas?
Claro. Como todas las cosas que te dan libertad, van de la mano de una responsabilidad, un trabajo extra. Tiene que ver con la organización y burocracias relacionadas con el mundo de la empresa. Es un precio que tenemos que pagar. Y hay que organizarse y repartir bien el trabajo, para que hacer música no se vea perjudicado.
El último año fue duro. Se juntaron con hasta treinta canciones. Hubo que cribar mucho ¿no?
Eso ha sido lo más complicado, porque fue un año muy rico desde el punto de vista compositivo. La preocupación fue encontrar el hilo argumental de las canciones y cómo mostrarlo.
¿Y cuál es?
Creo que son canciones que, como en un mapa, siguen un punto que parece inconexo pero tiene mucho que ver con el presente, sobre todo. Musicalmente, tiene mucho que ver con cómo sonamos, ya que está grabado tocando todos a la vez. Y, en la lírica, son como una foto de lo vivido el año pasado.
En el disco hablan de conquistas, de fracasos y errores, pero también de riesgo, búsqueda y esperanza.
Tienes razón. Habla de la esperanza después de haber vivido el éxito y el fracaso. Y que después de reconocer que la vida ofrece medallas y arañazos, merece la pena. Aunque se parta de un lado oscuro, de una decepción, nuestras canciones ofrecen una luz de esperanza. Este disco es más presente, más tangible, menos etéreo.
Musicalmente, 'Mapas' no ha bajado el nivel de exigencia. El pop es intrincado, de estribillos difíciles...
Hay temas que ni los tienen. Nos hemos dejado llevar porque había la sensación de probar cosas a nivel musical, no ceñirnos a la estrofa, puente y estribillo. En el río, por ejemplo, tiene un ritmo muy peculiar y carece de estribillo. Al final, pueden ser más pegadizos un ritmo, una frase o una manera de cantar que un estribillo al uso.
¿Y cuál es el secreto que hace que del debut se vendan más de 45.000 discos?
Si lo supiera… (risas). Llevamos muchos años trabajando y llegó el momento. Será una confluencia del punto de madurez del grupo y de la necesidad de la gente. Hemos conectado con gente que reclama este tipo de música y que antes estaba en otro lugar o no tenía acceso a estas canciones porque la industria vendía otras cosas y copaba el mercado con productos de laboratorio. La crisis nos ha ayudado a quienes estábamos en la retaguardia. De repente, hemos salido bandas que hacemos música, no vendemos merchandising ni cosas raras. Eso es lo importante, las canciones. Y cuando te enfrentas al público solo las tienes a ellas.
¿Harto de las comparaciones con el grupo Radiohead?
(Risas). ¡Yo qué sé…! Las comparaciones son necesarias para encuadrar a las bandas, pero acaban haciéndose pesadas. Hay que valorar al grupo por sí mismo porque las comparaciones son reduccionistas. Son daños colaterales.
Alguno se ha sorprendido al saber que Black Crowes es uno de vuestros grupos favoritos.
En el instituto era uno de nuestros grupos insignia. Con 14 ó 15 años ya íbamos a verlos en Madrid. Y como sueño adolescente esperábamos tocar con ellos. Y ahora, ya ves… ellos tocan en el festival un día después. No tenemos concierto el sábado, a ver si podemos quedarnos y los vemos.