Última tarde en Mendizabala bajo un sol abrasador y con las fuerzas ya a punto de entrar en el depósito de reserva. El Azkena Rock Festival se despidió ayer de su décimo cumpleaños, repitiendo, como en las dos jornadas anteriores, un aspecto inmejorable en cuanto a la presencia de público se refiere. Después de las casi 19.000 personas que acudieron el viernes y con lo visto ayer en el recinto no hay que ser adivino para saber que en este 2011 el certamen va a pulverizar récords aunque haya que esperar hasta hoy para conocer los números oficiales. Eso sí, antes de despedirse hay que recordar que el certamen va a tener un último regalo también hoy, el concierto que a las 13.30 horas ofrecerá Gregg Allman sobre el escenario gratuito de la plaza de la Virgen Blanca.
Como era previsible, a primeras horas de la tarde de ayer, el cruce de azkeneros era, en muchos casos, un desfile de caras con mucho sueño acumulado. Sin embargo, había muchas ganas de rematar la jugada (menos mal que esto sólo dura tres días, pensará más de uno) a lo que se unió que algunos, los que se estrenaron ayer, estaban como nuevos. Eso sí, cuando se abrieron las puertas, a eso de las cuatro y media, los presentes eran todavía pocos.
Entre los comentarios de lo vivido el viernes por la noche, y las expectativas para este último día, aparecieron sobre el escenario grande los primeros del cartel, los vascos Juke Box Racket. Hacía un calor abrasador y la cuadratura del círculo consistió en buscar algo de sombra mientras se disfrutaba del concierto, algo nada sencillo.
No hay que negarlo, al cuarteto de Bilbao le esperaba poca gente en un primer momento, eso sí, todos ellos entregados al rockabilly propuesto por Javi y compañía. Sus ganas y buen sonido fueron animando a los que iban despertando y entrando en el recinto, aunque quien más y quien menos buscaba antes que nada alguna forma de no caer deshidratado por el camino.
Eso sí, nada de eso se pudo comparar con lo vivido de la mano de New Bomb Turks. Era tanto el calor en el segundo escenario que llegaron a caer gotas de la parte metálica de la estructura de la carpa. Y es que a lo climatológico se unió, entonces sí, un personal bastante numeroso y con ganas de marcha.
Los de Ohio no defraudaron. Sin duda, regalaron uno de los mejores momentos de este Azkena Rock Festival, El público, además, estaba por la labor así que no hubo más que hablar. Eric Davidson se dedicó a vacilar con los cámaras de televisión, a encaramarse por la estructura que sujeta los focos, a bajarse al público, a... bueno, y a cantar. Punk rock garagero en estado puro.
Sólo dos peros a esta actuación. Uno que se hizo muy corta. Dos, que al final de la misma, el cantante se empeñó en que todo el mundo se pusiera de cuclillas para dar un gran salto al ritmo de la música, lo que, a esas alturas de certamen, fue para muchas espaldas un auténtico suplicio. Pero hay que darlo todo por la música.
En esto que llegaron The Avett Brothers y lo que estaba siendo una gran tarde se convirtió en magistral. Scott, Seth y compañía se salieron por los cuatro costados con una lección en toda regla de folk rock.
Hubo quien cuando se anunció la inclusión de esta banda en el cartel del décimo aniversario dudó sobre si respondía a la llamada Azkena. No sólo responde, es parte de su columna vertebral. Toda la actuación fue perfecta, más allá de algún que otro problema con el sonido, llegando a sus puntos culminantes (quién lo diría después del paso de New Bomb Turks) en los temas más lentos. Más allá de todo, los hermanos demostraron poseer no dos voces sino dos tesoros.
El suyo fue otro paso que supo a poco, que dejó la sensación de necesitar no ya un par de bises sino, como mínimo, media hora más. En cuanto regresen al Estado para dar una gira habrá que reservar sitio seguro. De hecho, el público se dejó las manos aplaudiendo, y eso que entre los presentes, además de los azkeneros habituales, había un gran número de rockers y también mod.
Siguiendo una senda musical parecida acudieron al certamen Band of Horses y los de Seattle demostraron dos cosas. Que en la carpa seguía el termómetro en cotas insospechadas y que ellos también saben lo que hacen. No llegaron al nivel de sus predecesores en el cartel de ayer, pero tampoco le anduvieron muy lejos.
Eran todavía las nueve menos cuarto y el personal seguí intentando escapar como fuera posible del sol mientras Fito Cabrales iba buscando buen sitio para lo que venía entonces en el escenario grande. No era para menos porque el que tomaba la palabra en ese momento era todo un grande como Gregg Allman.
El de Nashville tiene tanta música dentro que intentar resumirla o captarla del todo en un único concierto (el primero en la península en toda su carrera) es imposible. Aún así, ya fuera a los teclados, cantando o con la guitarra, el fundador de The Allman Brothers dejó grandes dosis de su calidad como músico y compositor. Sin estridencias pero con solvencia a raudales cuajó una cita muy apetecible.
Ya con la noche avanzada, por las dos tablas principales pasaron Bright Eyes, Brian Setzer, Paul Weller y Thin Lizzy, a quienes acompañaron, desde el tercer escenario, The Knockouts, The Whybirds y Arizona Baby. Pero todo eso sucedió cuando este periódico estaba cerrando su edición, así que tiempo y espacio habrá mañana para contarlo con todo lujo de detalles y poner así el broche de oro final a este décimo aniversario. Vitoria ya espera al ARF 2012.