Cantabria. El historiador Santos Juliá (Ferrol, 1940) cree que la Real Academia de la Historia "debería destruir" la edición en papel del Diccionario Biográfico Español porque "no ofrece ninguna garantía", y tendría que "someter a corrección" la versión digitalizada.
"El diccionario ha sido hecho de una manera chapucera, desde el principio hasta el final", aseguró Santos Juliá, que ayer habló de su trabajo de historiador en la segunda jornada del ciclo Lecciones y maestros, que se desarrolla en Santillana del Mar.
Ante la gran polémica que han suscitado algunas entradas del Diccionario Biográfico, Juliá tiene muy claro que un diccionario "no es un lugar donde uno pueda expresar su opción política. Eso tiene que estar neutralizado en este tipo de obras. El historiador es libre para decir las tonterías que quiera en su blog o en el librito que le editan, pero no en un diccionario", afirmó este experto en la República, la dictadura y la transición.
Cree que, antes de que se encargaran las biografías del diccionario, tendría que haber intervenido "la colectividad académica" y haber constituido equipos de especialistas en los diferentes períodos de la Historia para "filtrar primero las entradas y decidir quiénes debían estar en el diccionario. Una vez escritas las biografías, deben pasar por otro filtro", subrayó el editor de las Obras Completas de Manuel Azaña. En un diccionario como el de la Academia de la Historia, los hechos que se le imputan al biografiado "deben estar documentados y la calificación de esos hechos debe ser aceptada por la comunidad científica. Y si hay un debate en marcha, hay que dar cuenta de ese debate y decir cómo ha sido calificado ese régimen". Juliá declinó la invitación de la Academia para participar en el diccionario porque, en lugar de ofrecerle algunos de los personajes en los que él es especialista, le pidieron otros que casi ni conocía.
A su juicio, hoy día no tiene sentido editar en papel una obra de cincuenta volúmenes. El diccionario "ha sido financiado con dinero público y, como lo hemos pagados entre todos, debe estar en la red al alcance de todos".
Pronunció estas palabras cuando aún resonaba el eco de la manifestación de más de 200.000 indignados en varias ciudades españolas que, en su opinión, constituye "un acontecimiento histórico. No ocurre por casualidad, sino por una confluencia de factores. No es suficiente una crisis económica para explicar una reacción así. Hay algo más". Juliá cree que el 15-M "tiene que ver con una desafección hacia la manera de hacer política que hemos tenido en estos últimos años. La gente tiene la sensación de haber sido engañada. Durante años han estado escuchando una especie de cuentos de hadas, que dio lugar a políticas erróneas, basadas en el supuesto de que éramos un país rico, que podíamos gastar mucho y hacer unas infraestructuras que están muy por encima de las posibilidades de amortización". Los políticos "han estado demasiado ensimismados en su pelea interna y tienen que salir de ella, porque eso no le interesa a la gente", afirmó.
Este historiador no se atreve a predecir cuál podría ser el futuro de los indignados. "La familiaridad con la historia te hace cauteloso a la hora de predecir cualquier cosa, dijo.