Vitoria. Cuando la plana mayor de seguidores de Metallica se encontró con la banda más rotunda del metal cruzando guitarras con violines, alguno literalmente tembló. Pero al escuchar el Nothing else matters gestado junto a la Filarmónica de San Francisco respiraron con alivio. E incluso con la emoción de ver que la partitura más sagrada de James Hetfield y compañía salía no sólo bien parada, sino intensificada por la orquestal inyección.

Si tira de sus bandas preferidas del género, los responsables del rebautizado como álbum negro son, junto a Guns&Roses, los predilectos de Luis García, que acaba el ensayo agotado. También Metallica formará parte del repertorio que podrá escucharse esta noche en el conservatorio de música Jesús Guridi. Sí, sí, rock en el conservatorio. Si Ondas de Jazz conquistó sus tablas, ¿por qué no puede hacerlo un Azkena Rock Festival empeñado en extender su virus en un décimo aniversario multifacético?

Metallica, Bon Jovi, el Smoke on the water de Deep Purple e incluso, por qué no, quizás aquella mítica Barcelona de Caballé y Mercury, serán algunas de las piezas de un bolo (20.00 horas) que no quiere desvelar demasiado, de un Rock goes classical que hermana la estereotípicamente llamada música culta con el no menos preestablecido género de los excesos. Y como los extremos, a menudo, se acarician, estos también se llevan muy bien.

Se llevan muy bien, pero no casan a la primera de cambio, claro. Sus códigos son harto diferentes. Mientras uno nace del seguimiento pormenorizado de la partitura, el otro gusta de rebelarse contra ella y aferrarse a la libertad del entendimiento grupal. Ambos son música, ambos se alimentan de las notas. Pero cuando el rock toma los atriles, le cuesta acomodarse.

"Sí se nota, todo lo queremos cuadrar, queremos tenerlo muy medido", explica Luis García, encargado de dar forma, a contrarreloj, a esta apuesta del conservatorio por nuevas amplitudes de miras. Mientras buena parte de los mayores del conservatorio se aplican en las pruebas de acceso al grado superior, alumnos muy jóvenes e integrantes de grado profesional se reparten, de manera voluntaria, en una orquesta que aprende a sentir este nuevo lenguaje. "Todo es muy rítmico y no estamos acostumbrados".

Para empezar, hay de todo. Desde el que tiene interiorizado el Hey Jude hasta el que no la había escuchado en su vida. Uno ya sabe dónde se encuentran los golpes de intensidad, el otro tendrá que seguir las indicaciones del director para poner los acentos -de memoria o anotados- en los diferentes pasajes.

RE-RE-SI-LA-SI-SOL. La cadena se repite una y otra vez. En el ensayo, las canciones crecen lentamente, por pasajes, hasta que explotan por completo, hasta que todas las fuerzas conocen su instante. Donde callar y donde gritar. La orquesta no canta, pero acomete el pasaje de take a sad song and make it better. "¿Tú no harás jazz?", pregunta con ironía Luis a uno de los saxofonistas. "Nooooooo", bromea el viento madera, mientras el director marca el ritmo a chasquidos. Juegan al juego de intensidades...

El ensayo acaba. Cuerdas, vientos y percusiones abandonan el aula magna, que descansa por un instante de las repeticiones. Para volver a empezar. Poco a poco, nuevos músicos comienzan a remodelar las tablas. Hacen sitio, reconfiguran asientos, bajan las luces... En media hora, el escenario de Jesús Guridi se ha transformado en territorio big band, otro de los modelos que traducirán el rock en la noche de hoy. Noche de swing. Noche de jazz.

El tercer vértice lo compone un coro. ¿Quién da más? También las voces de los alumnos -algunos repiten en algunas formaciones- darán forma a la selección de clásicos del rock&roll. No fue fácil dar con los arreglos. Pero merecerá la pena.

Con entradas que se han ido repartiendo a través de invitaciones, el encuentro de hoy se convierte en el primero de decenas de conciertos que irán alimentando el ARF hasta el próximo domingo. Conciertos aderezados con exposiciones, con concursos, con teatro, con charlas... Un completo menú para tratar de saciar a los miles de rockeros que pulularán durante los próximos días por Gasteiz.

No será necesaria la etiqueta. Como mucho la etiqueta de la camiseta. Si la Orquesta de Melbourne maquilló sus caras para compartir escenario con Kiss, los alumnos del conservatorio contarán con remeras azkeneras como uniforme de gala. El rock se pone sinfónico. El rock toma nota. Jesús Guridi se une a los escenarios del Azkena Rock Festival, abriendo una nueva puerta a la senda del festival.