vitoria. Si el baile es escultura en movimiento, el Principal abre mañana una gran muestra. Más de un centenar de tallas surgirán tras su telón en el bianual Festival de Danza del Conservatorio José Uruñuela, que a partir de las 18.00 horas encadena trece coreografías con variados cincelados. Apenas -si se libera algún palco- habrá un puñado de entradas disponibles, copado el aforo por rostros familiares que aplaudirán a estos jóvenes bailarines, entre siete y dieciocho años.

Habrá de todo. Clásica, contemporánea, de carácter, moderna... Hasta break dance, de la mano de algunos integrantes del colectivo Soul Flavas que curten su polivalencia en la escuela. "Cogemos de lo que hacen y cogen de lo que hacemos", explica la directora, Carmen Tercero, que sitúa el objetivo de la velada en "mostrar todo el trabajo que realizan y que les sirva para tomar contacto con el público y con el escenario". Un contacto para nada testimonial, sino con vocación de espectáculo. "Casi siempre hay muchos alumnos y mucho movimiento en el escenario y es emocionante ver ese ritmo de trabajo".

Abrirá esos movimientos el tradicional Agurra, gestado gracias a la colaboración de la Escuela Municipal de Folklore, y le seguirá un Nocturno que reunirá en escena a dos hermanos, al piano y al baile. Pas de quatre, famoso desde que cuatro estrellas de la danza lo iluminaron en Londres, será la tercera pieza, antes de la hora de los pequeños.

Qué me cuentas gallito, Baile de la patata y Dos danzas letonas fundirán danza y juego al ritmo de ritmos de Europa del Este, comenzando a ofrecer experiencia y obligando a "mantener las líneas y las formas" a los más neófitos bailarines, explica el profesor Sergio Viana. Tras Todes y Skola pas Bournonville, Duet -con temas de Pink Floyd o Herbie Hancock- fluirá a través de diálogos de pareja con códigos de baile actuales.

The Wendy house continuará la apuesta contemporánea, seguida de Danzas griegas, antes de un Felis silvestris catus donde los alumnos sacarán su "carácter teatral interpretando a gatos callejeros y domésticos, con sus conflictos", explica Elvira Illana, que ha cruzado trabajo con Ainhoa Arenaza. La escenificación borrará cualquier pudor antes del multitudinario ballet The sand paper, "fresco, ágil y ligero", apunta Idoia Lecumberri. Los saludos bajarán el telón. Y las esculturas soñarán con otra edición.