París. Christian Lacroix, que mañana cumple 60 años, es uno de los grandes de la alta costura. Cuando hace dos años su casa de moda entró en bancarrota, el mundo no se le vino abajo. Pudo hacer por fin aquello con lo que había soñado desde niño: diseñar ropa y trajes para los personajes de la ópera I Capuleti e i Montecchi de Bellini o Agrippina de Händel". En lugar de diseñar para los más ricos del mundo, comenzó a hacerlo para el teatro. Lacroix no añora su imperio. "No estoy seguro de que aún me guste el mundo de la moda. Hoy en día se trata sobre todo de relaciones públicas, tres o cuatro grupos luchan unos contra otros", declaró hace unas semanas. Un sector en el que se lucha encarnizadamente por obtener beneficios, algo que él ya no conseguía desde hacía tiempo.
Y es que el francés fue siempre más artista que hombre de negocios. La casa Lacroix vivió sus años de esplendor a finales de los 80. Con su famosa falda de balón Le pouf se convirtió en uno de los diseñadores más reconocidos del siglo XX. En 1987 fundó su propia empresa y sacó su primera colección de alta costura. Lacroix ya diseñaba para el teatro desde hace 20 años, aunque sólo de forma ocasional. La insolvencia de su negocio dio la oportunidad al diseñador nacido en Arles de dedicarse de forma definitiva a este sector. Y es que sus vestidos siempre tuvieron algo dramático, teatral: sus trajes angulosos a lo María Antonieta o faldas con cancán y zapatos con cordones al estilo Belle Epoque siempre pegaban con los escenarios. Lacroix ya no posee una casa de moda, pero sigue siendo dueño de la firma XCLC, fundada en 2005, que diseña interiores para hoteles o perfumes. En 2004 creó el uniforme para el personal de Air France y desde 2007 los trenes de alta velocidad que cubren los trayectos Fráncfort-Saarbrücken-París o Stuttgart-Estrasburgo-París circulan con sus diseños.
Lacroix estudió Literatura Francesa en Montpellier. En 1971 se mudó a París, donde escribió su doctorado Las vestimentas de las pinturas del siglo XVII para hacerse comisario de museos. Otro de sus sueños que parece cumplirse. A mediados de 2010 fue nombrado asesor artístico de la Monnaie de Paris, el instituto de la moneda francés. Y es que la suerte y la desgracia llegan a veces de la mano.