CANNES. Los miembros de la realeza, especialmente Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, los jueces y los medios de comunicación están en el punto de mira de "Unlawful killing", un documental presentado fuera de concurso.
La cinta está dirigida por el cineasta, actor y autor de documentales Keith Allen, quien aseguró, pese a que la película da lugar a pocas dudas sobre quiénes son aquí los "malos", que no se trata de un "ataque contra la monarquía".
Y está producida por Al Fayed, padre de Dodi, quien falleció junto a Diana de Gales cuando ambos viajaban en un automóvil que se estrelló en un túnel junto al puente de Alma, en París, el 31 de agosto de 1997.
El documental, con estreno mundial en Cannes (solo se han podido ver hasta ahora algunas imágenes en internet y su distribución en el Reino Unido aún no está prevista) pone en entredicho la reputación de Felipe de Edimburgo, del que se muestran fotografías acompañado de dirigentes nazis en los años 30 del pasado siglo.
Allen explicó en una, en ciertos momentos, tensa conferencia de prensa en Cannes que "algunas" de esas fotos son nuevas, pero admitió que la mayor parte del material que presenta no es novedad.
Una imagen del rostro de una seria Isabel II cierra el documental, en el que se relaciona el comportamiento de su marido con el de un psicópata y se le tilda de racista, expresión que utiliza en repetidas ocasiones Al Fayed, entrevistado en el filme.
"Los mejores secretos están en libros que tiene la Biblioteca Británica", lanzó Allen, quien aseguró que su cinta "coloca en el orden adecuado" elementos ya conocidos respecto al proceso judicial celebrado en Londres hace cuatro años sobre la muerte de Diana y Dodi.
Pero deja en un lugar poco menos que impresentable a los medios de comunicación británicos y especialmente a la BBC; la prensa del Reino Unido ignoró las evidencias del caso y actuó de acuerdo con los intereses del "establishment", viene a decir el documental.
Allen tira con bala contra los medios, a los que ridiculiza con un falso periodista a quien hizo acreditar para la cobertura del juicio celebrado en Londres para escuchar los comentarios de sus presuntos colegas, y que cuenta cómo los reporteros contaban lo que sus jefes querían oír.
"No es sensacionalista", insistió Allen sobre el documental, en el que se puede ver durante pocos segundos una fotografía, al parecer inédita, de la parte posterior de la cabeza de la princesa cuando esta aún estaba en el asiento trasero del automóvil accidentado.
Medios de comunicación del Reino Unido habían informado de que las imágenes eran duras y reveladoras, pero, durante el pase para la prensa en Cannes, a algún periodista hubo que señalarle al final de la sesión en qué momento de la proyección se había podido ver esa fotografía.
¿Qué quiere conseguir Allen con este documental? Pues él mismo admitió que quizás una apertura de un nuevo proceso, posiblemente no en el Reino Unido, tal vez en Francia, pero insistió en que quería demostrar que es posible "dirigir" el curso de un proceso judicial en territorio británico.
Dirigir para manipular y ocultar, insistió el director, que quiso pasar a la prensa el mensaje de que su película se fija en lo que pasó después de la muerte de Diana y Dodi, pero dedica buena parte del material a contar qué pasó aquella noche de verano en París.
"Unlawful killing" recupera esta expresión de la que el jurado del proceso de Londres utilizó en su veredicto, y Allen se encarga de subrayar que la prensa británica inmediatamente "olvidó" esa calificación para atribuir a "paparazzi" una persecución al automóvil de Diana y Dodi que terminó con la muerte de ambos.
La cinta reconstruye con actores el proceso realizado en los Tribunales Reales de Londres y muestra a Al Fayed prendiendo fuego, en el jardín de la residencia donde está enterrado su hijo, a los símbolos de la monarquía que colgaban de la fachada de los almacenes Harrod's, de cuya propiedad se desvinculó el millonario, que no ha conseguido todavía la ciudadanía británica.
Al Fayed, que ahora parece más lejos que nunca de obtener la nacionalidad del Reino Unido, puede haber aportado 2,5 millones de libras a esta película, según indicó uno de sus asistentes en Cannes. Allen aseguró no tener "ni idea" de cuánto dinero puso el egipcio.