MADRID. Aunque seis décadas de trabajo dan para mucho, el Museo Reina Sofía ha escogido la obra más rupturista e innovadora de la japonesa Yayoi Kusama, su arte más provocador y obsesivo para una exposición retrospectiva que se podrá ver en las instalaciones del centro de arte hasta mediados de septiembre. La muestra trata de recoger la evolución de la artista, con especial hincapié en los momentos en que su obra supone un cambio de paradigma artístico, especialmente en los años 60, según explicó l director del Museo, Manuel Borja-Villel, quien ha lamentado el aspecto "marginal" que se ha atribuido a su obra por sus "problemas mentales".

La retrospectiva sobre Kusama (Matmumoro, Japon, 1929), la primera que se ofrece en España, incluye algunas de sus instalaciones de gran formato, como I'm here, but nothing (2000) o una nueva representación del espacio infinito en Infinity Mirrored Room-Filled with the brilliance of life, montaje diseñado expresamente para la muestra por la artista, de 82 años, en el que el espectador se puede internar y explorar, rodeado por su propia imagen reflejada en luces tipo led.

La exposición ha sido organizada en colaboración con la Tate Modern de Londres y, tras su paso por España, recorrerá otros de los principales centros de arte del mundo, como el Centre Pompidou de París, la propia Tate Modern y el Whitney Museum de Nueva York.

A lo largo de las 150 piezas expuestas, el visitante podrá admirar la amplitud de registros de la japonesa, quien vive en un psiquiátrico japonés por voluntad propia desde hace años y continua trabajando en su estudio exterior.

Entre las principales obras destaca una selección de sus primeros trabajos en papel, expuestos en muy pocas ocasiones; sus collages fotográficos de corte alucinógeno que creó al regresar a Japón en 1973 tras su estancia en EEUU; o sus famosas Accumulation Sculptures de la década de los sesenta.

Estas esculturas representan diversos objetos domésticos, como sillones, ropa o accesorios, recubiertos por múltiples "falos" de tela rellenos y cosidos, "un grito contra el elemento autoritario y masculino y una crítica a la transformación del objeto deseado en un elemento de consumo", según Borja-Villel.