A Barkatu se le puede explicar muy sencillamente. Incluso con números. Seis más tres, nueve. Seis años de gestación más tres toneladas de libros vendidas, igual a nueve minutos de cine. Pero los números, y más en las estadísticas, siempre desvelan tanto como esconden y, tras el esperado cortometraje de Nikolas Ocio, que se estrena por fin esta noche a las 22.00 horas en Artium, se esconden muchos planos. Un auténtico crisol.

Todo empezó a tomar forma, efectivamente, más de un lustro atrás. Para empatizar, rebobinemos, que es a lo que más se ha dedicado el director gasteiztarra -codo con codo con Aitor García- durante los últimos meses de incesante y quemapestañas sala de montaje. Hace seis años. Nikolas Ocio se deja llevar por la ilusión. Surge en su interior la idea para realizar un corto y, nada más emerger, topa con su inexistente experiencia cinematográfica. Pero la pasión le invade, puede más que la razón, que todas las razones, y Nikolas Ocio toma la decisión. "Lo único que tenía claro es que lo iba a hacer, no sabía ni cómo ni con quién".

Lo más importante ya había sucedido. Nikolas estaba convencido. Lo más difícil estaba por llegar. Tocaba convencer. Al margen de su falta de conocimiento en el mundo del encuadre, el corto exigía una gran inversión material para su factura. Y, además, personal técnico. Las puertas que tocaba Nikolas se abrían sólo durante un instante, justo antes de cerrarse. "¿Dónde vas a ir con esto?, me decían, pero la verdad es que la gente me ha apoyado lo que no me han apoyado las instituciones", reconoce.

Como todo proceso audiovisual requiere de un texto, de un guión previo, también fue indirectamente la literatura la que se encargó de alimentar, en paralelo, la rotación de la película en las cámaras. La carencia agudiza el ingenio y Nikolas Ocio miró a su alrededor. ¿Qué tenía? Libros. Y se puso al otro lado de la barra para servir volúmenes usados al peso, una labor que, a cinco euros el kilo, ha alcanzado las tres toneladas de cultural y colectiva subvención, apoyada, además, a base de donaciones de particulares y algunos centros. La literatura como trampolín del cine.

Tras recorrerse todos los rincones de Euskal Herria -sacrificando muchos días libres- con su itinerante puesto, Nikolas logró juntar algún dinero, pero no el suficiente. Nunca es suficiente. El celuloide es voraz. Pero la pasión hace tiempo que se había tornado convicción, y finalmente la necesaria inyección extra llegó de la mano del Instituto Mendizabala de Imagen y Sonido, que se volcó con su proyecto aportando capital técnico y otro aún más valioso, el humano, algo que también ha redundado para sus alumnos "en unas prácticas increíbles en los que se han podido juntar con verdaderos profesionales".

Profesionales como Txema Blasco, Teresa Ibáñez, Carmen San Esteban o Luis Sogorb, que ponen sus interpretaciones al servicio de una obra que se rodó el pasado mes de octubre en Gasteiz y que hasta hace muy poco ha afinado la concatenación de planos. "Piensas que cuando ha terminado el rodaje ya ha terminado todo, pero tuvimos que rodar de nuevo alguna escena porque, tras un visionado en Mendizabala, vimos que un personaje no lo habíamos contado bien".

Concretado el reajuste, los nueve minutos y quince segundos cuentan ya con coherente precisión una historia "en la que todo es muy sutil, poco explícito, muy sugerido", esboza Ocio. Podía haber elegido firmar un sencillo corto narrado en pocos planos, pero escogió una cinta de época con un lenguaje propio y elaborado, que ya ha sido escogida por la sección Infobistan del certamen de Amurrio y buscará ahora seguir su proyección. Seguir proyectándose.

Nikolas volverá, por última vez, a extender su puesto de libros en el hall de la Facultad de Letras el próximo jueves 19. Venderá libros, pero también verá cómo Barkatu se proyecta en la vecina aula magna. "Allí fue el primer éxito de venta de libros, el que me animó", recuerda.

Pero, antes, el estreno oficial será hoy a las 22.00 horas en Artium, con un pase precedido de focos y alfombra al que los protagonistas de la cinta -intérpretes y equipo- llegarán en siete coches de época, los mismos que aparcaron ante la Diputación en algunas de las escenas que verán la luz por primera vez. "Ahora es cuestión de hacer una buena fiesta", suspira Nikolas, con algo de alivio. ¿Otro proyecto en mente, Nikolas? "Ya vale", afirma riendo, "he cumplido ciclo de sobra". Por si acaso, guarden en su casa algunos libros. El tiempo pasa sus páginas, sus escenas, y el cine es una pasión inquieta.