dicen las habladurías que cada vez que Steve Trumbo lanzaba desde la línea de personal, en el último instante, cerraba los ojos. Así, apenas en un parpadeo, viaja la velocidad de crucero de un trío de rock gasteiztarra que en apenas un año ha forjado su repertorio, ha dado sus primeros conciertos y ha publicado su primer disco, a punto de sumergirse en una gira por Euskal Herria. Se llaman Trumbo, pero no tienen las manos de mantequilla. Ni mucho menos.
No es en el pivot norteamericano en quien se inspira el nombre del trío, sino en un Dalton Trumbo -ganador de dos Oscar al mejor guión, novelista, director- que "por lo poco que hemos leído, por su actitud y por el nombre fácil de recordar (además de su incomparable fotografía trabajando en la bañera)" otorgó hace un año el bautismo.
Pero el nombre, aunque importante, no es aquí lo esencial. La clave comienza, como tantas veces, en unos locales de ensayo. Durante cerca de ocho años, Eneko (batería) y Kanda (guitarra y voz) habían compartido pasillos, habían curtido decibelios pared con pared. En un impasse musical, quedan a ver qué sale y llaman a Gorka (bajo), "que llevaba mucho tiempo sin tocar". Así de sencillo. Las baquetas de Näut, las cuatro cuerdas de Kashbad y las seis de Neubat, Vice Presidentes o Sorkun, se unen. A ver qué pasa. A oír qué pasa.
"Ha sido todo muy rápido", asegura Eneko. "Empezamos a ensayar y, a la de muy poco tiempo, teníamos temas para tocar en directo y enseguida hicimos el primer concierto", recuerda Kanda. No tiene que volver muy atrás en el tiempo. Al pasado mes de mayo. Al Parral, que tantos primeros bolos ha amparado. Siguieron más veladas en locales de Gasteiz. "La idea era disfrutar", apunta Eneko. "Pero sin una carta de presentación es un poco raro ir buscando conciertos", completa Kanda.
Así que, con el dinero ahorrado en algunos bolos y la inercia de años metidos en el camino de la música, gestan en apenas tres días de grabación -uno y medio para la música, otro para las voces- un primer álbum homónimo con el que poder mostrar lo que hacen. "Tampoco hay que tener ambición, sino el entusiasmo de tocar, e ir dando pasos te mantiene fresco", explica Kanda. Los tres lidian con sus quehaceres habituales, con la paternidad incluso, pero siempre sacan tiempo para un ensayo semanal, salvo si hay bolo cercano "y apretamos un poco más", remarca Eneko.
Aprietan en su rock de contrastes, armónicos o ásperos, agresivos o atmosféricos, stoner o hardcore. Diez canciones lo demuestran en Trumbo, con el que "para el dinero y tiempo que tenemos" están más que satisfechos. Además de un sonido bien registrado y un diseño tan sencillo como cuidado, el trío demuestra lo que hace sobre el escenario. Lo hizo en la fiesta previa a Arabatakada, presentando el CD y dejando las tablas ardiendo para Cobra, a quienes harán de teloneros por diversos escenarios vascos.
Y es que "la verdadera prueba de fuego va a ser tocar en un sitio que no sea en casa", reconoce Eneko. Subir a tablas ajenas y demostrar que "aunque cada uno es de su padre y de su madre, como pasa en todos los grupos", la banda ha creado su propia familia.
Una familia que cruza en sus genes ecos norteamericanos y otra referencia clave, la de grupos de aquí que han tocado. E incluso están tocando. "Al final lo cercano te influye mucho, porque lo has vivido y porque lo conoces, muchas veces personalmente", explica Kanda. No hay que buscar en el otro lado del globo una música que remueva las tripas y que lleve a destrozar unas baquetas o colgarse un bajo o una guitarra.
Un año después, han pasado muchas cosas. Pero el objetivo sigue siendo el primero. "Dar bolos que disfrutemos". Ir extendiendo el eco de unas canciones con poso simbólico, entramadas en la existencia humana, que llaman a cambiar las perspectivas, a través del canal de la música. "Cómo nos vemos y qué podemos llegar a ser". De eso hablan temas como Zizareak, Hemen gaude, Hiru erregeen mahaia o Iritzia.
Subir a un escenario puede resultar muy parecido a acercarse a la línea de personal. Aposentar los pies y hacer lo que has ido a hacer. Lanzar. Lanzarte. En algún momento cerrarán los ojos, imbuidos del efluvio melódico. En otros los abrirán, impulsados por el trueno eléctrico. ¿Y qué más da, si tiran siempre a encestar?¿Si el fusil dispara música y Johnny está encantado?