Pamplona. A punto de quedarse sin voz y con un semblante cansado tras varias jornadas de promoción, Armendáriz llega al final de un camino que inició hace dos años cuando decidió que tenía que contar esta historia para romper el silencio que enreja tanto sufrimiento. Sabe que no ha hecho una película cómoda, pero las víctimas y quienes las ayudan lo merecen.
¿Cómo espera que sea la reacción del público?
Siempre hacemos las películas con la intención de que las vea el mayor número posible de gente y, en este caso además, con el añadido de que piensas que es una película que, con independencia de la valoración que pueda hacer cada uno, es necesaria para que se conozca un tema, el de los abusos, que desgraciadamente siga siendo tabú en nuestra sociedad y que hace que muchas personas tengan su vida destrozada.
¿Qué quiere hacer la película en ese sentido?
La película puede ayudar a que, de alguna forma, la sociedad perciba todos aquellos elementos que debe poner en marcha para que se vayan solucionando las situaciones y ayudando a las víctimas.
¿Han visto la película las personas en cuyos testimonios se inspiró para escribir el guión? ¿Qué les ha parecido?
Sí, la han visto y hay opiniones de todo tipo, pero, por generalizar, la mayoría de las personas se sienten muy identificadas, no sólo las víctimas, sino también los psicólogos que han participado y otros que han visto la película. Y tienen la esperanza de que ojalá No tengas miedo ayude a ese trabajo silencioso que llevan a cabo desde hace tanto tiempo en asociaciones, en pequeños grupos...
Hasta hace poco también era tabú hablar de la violencia contra la mujer.
Exactamente. Las mujeres tienen por fin teléfonos a los que llamar y entidades a las que acudir. En el caso de los abusos existen algunas medidas similares, pero queda mucho por hacer. Por ejemplo, habría que desarrollar programas de información y de detección en los colegios, entre los padres y profesores, porque, como dicen todos los psicólogos, cuanto antes se detecte un abuso es mucho más fácil cortar las secuelas. Ahora lo que sucede es que la mayoría de las personas lo cuentan a partir de los 30 años, que es cuando se sienten capaces de decirlo, y en esos casos el proceso de superación es muy largo.
Se nota que se ha sumergido a fondo en el tema, ¿es su película más importante?
Todas son igual de importantes para mí. En esta película he puesto el mismo esfuerzo y el mismo cariño e ilusión que he podido poner en las demás. En este caso es verdad que hay una circunstancia añadida, y es que cuando uno hace una película es consciente de lo que pretende con ella y de lo que espera. Desde el principio sabíamos que ésta es una película incómoda, no es una película que entra dentro de las líneas de comercialización de esta sociedad, sino que precisamente por ser una película incómoda va a haber mucha gente a la que no le guste o no le interese. De la misma forma que el personaje de la madre en la película mira para otro lado, se escapa y busca su propia solución individual, hay personas que harán lo mismo con esta película.
Desde luego, la apuesta por la sobriedad que realiza en la puesta en escena es un riesgo.
Sí, era el gran reto y el riesgo de la película, porque no había posibilidad de montaje, ya que eran todo planos secuencia. Desde un principio quería evitar todo artificio y manipulación, tanto de este tipo como de música, como de interpretación, como de puesta en escena, de manera que la película fuera lo más natural posible. Yo creía que el tema lo necesitaba. La película ya hace una declaración de principios desde el comienzo: la cámara es el espectador que va siguiendo exclusivamente a Silvia, a la altura de sus ojos, y viendo todo este proceso en el que a una niña que es feliz de repente le destrozan la vida. Y cómo va acumulando una serie de secuelas hasta que en un momento determinado decide afrontarlas y empezar a buscar la solución, y termina con ese pequeño rayo de esperanza que transmite que de esto se puede salir. Insisto en que quería huir de toda manipulación y que el espectador sintiese, sufriese, se ilusionase y se esforzarse de la misma forma que lo hace la protagonista. De ahí que la cámara esté colocada sobre ella y prácticamente no veamos más que lo que ella ve y lo que ella vive.
Además, cine y entretenimiento no tienen por qué estar reñidos.
En absoluto. Yo creo que el entretenimiento viene de la consecución de sentimientos y emociones. Hay gente que tiene otro concepto, pero para mí puede ser tan entretenida una película que te hace sufrir y llorar como una que te hace reír. En el fondo, el cine consiste en emocionar al espectador.
¿Tuvo claro desde el principio que Michelle Jenner era Silvia?
No. A Michelle no la conocía, tenía claro el personaje de Homar, ya había trabajado con él y su generosidad fue aplastante desde el principio. Él sabía, igual que Belén Rueda, que su personaje no iba a empatizar con el espectador y es de agradecer que personas de su talla profesional acepten el compromiso de involucrarse en una película de este tipo. El personaje de Silvia no lo tenía tan claro, hicimos un casting entre actrices de 23 a 28 años y se presentaron muchas. Fueron varios meses de pruebas hasta que de pronto apareció Michelle, le hicimos la primera prueba y fue fantástica, porque la persona que estábamos buscando tiene una mezcla de fragilidad y de fortaleza interior que ella encarna muy bien. Además, nunca hago las pruebas con el texto real de la película, sino que trato de crear situaciones que sean emocionalmente similares a las de la historia. En ese sentido, ella no sabía de qué trataba la película y una de las pruebas, la más dura, que consiste en permanecer en silencio durante un minuto tratando de expresar una serie de estados de ánimo, la hizo muy bien. Así que le ofrecimos la película y afortunadamente aceptó.
El rodaje en Pamplona fue placentero por el modo en que se volcaron la ciudad; sin embargo, recientemente manifestó que posiblemente no volverá a rodar en Navarra...
A todos los periodistas os estoy diciendo lo mismo, en su momento aclararé las razones de este comentario. Tengo claro que si a algo estoy agradecido es a la ciudad de Pamplona y a todos los ciudadanos que se volcaron para hacernos las cosas más fáciles. Ahora no es momento de hablar de otras cosas.
Pero en ese comentario sugería que no se siente profeta en su tierra...
En ese caso, es cierto quizá esa expresión no fue la más adecuada.