MADRID.Un nuevo duelo en cuestión de estilismos volvía a enfrentar a la Princesa de Asturias cara a cara con una de las mujeres más elegantes del mundo, la jequesa de Qatar. La esposa de Don Felipe lo intentó y, aunque supo estar a la altura, los variopintos turbantes de la segunda esposa del Emir y la barba de tres días del Rey de España, consiguieron dejarla en un segundo plano.
El Emir de Qatar, Hamad Bin Jalifa al Thani, y su esposa, Mozah Bint Nasser, aterrizaron este lunes en Madrid para realizar su visita oficial a nuestro país. Los Reyes de España acudieron al aeropuerto de Barajas a recoger a sus invitados de honor. Después de ser alojados en el palacio de El Pardo, Don Juan Carlos y Doña Sofía, acompañados de los Príncipes de Asturias y la infanta Cristina, ofrecieron un almuerzo y, al caer la noche, una cena de gala en el Palacio Real.
La segunda de las tres esposas del Emir de Qatar consiguió deslumbrar por encima de todos los presentes. Y es que por algo está considerada como una de las mujeres más elegantes a nivel mundial. Gracias a sus turbantes de colores que combinaba siempre con sus vestidos, Mozah acaparó todas las miradas convirtiéndose en la gran protagonista.
A su llegada, la jequesa, de riguroso blanco con vestido que estilizaba al máximo su figura y turbante a juego, cinturón marrón en la cintura y chaqueta sobre los hombros, se distinguió por su sofisticación y saber estar, dejando en un segundo plano a la Reina Sofía que, muy guapa, iba con un dos piezas de seda color verde manzana, el mismo tono que eligió para el almuerzo.
La infanta Cristina eligió un traje de chaqueta y falda de corte recto en gris perla, pero nada comparado con los dos grandes iconos de moda: la jequesa de Qatar y Letizia Ortiz. Nuestra princesa decidió reciclar un vestido de estampado animal por encima de la rodilla, que ya lució en su visita a Perú a finales del año pasado y que, esta vez, combinó con zapatos cerrados de color crema y cinturón fino.
Mientras tanto, Mozah se reencarnó en el glamour de los años 50 con un vestido morado largo, de falda acampanada, escote barco y manga francesa. Completó su impresionante look con uno de sus famosos turbantes, un lazo negro en la cintura y altísimos peep-toe.
LA ELEGANCIA DE LA NOCHE
La caída del sol dejó paso a la elegancia y el glamour propios de los vestidos de gala. En primer lugar, nos llamó la atención un elegantísimo Rey Don Juan Carlos que ataviado con un traje negro sorprendió por el detalle de una pajarita blanca con tira roja y, sobre todo, por una marcada barba de tres días. Por su parte, la Reina Sofía quiso dejar constancia de que ella también entiende de moda y se decantó por un vestido largo, en color negro, con el cuerpo lleno de brillantes y falda abullonada. La Princesa Letizia volvió a estar a la altura.
Con un traje de inspiración helénica en azul noche de un solo tirante cruzado, la esposa de Don Felipe volvió a recurrir a su fondo de armario. Este atuendo ya lo llevó en su primera aparición en el Buckingham Palace. Eso sí, la extrema delgadez de la Princesa de Asturias cada vez se hace más patente.
Finalmente, la gran protagonista de la cena de gala fue, una vez más, la jequesa de Qatar. Esta vez decidió enfundarse en un vestido de pailletes blancos, tipo túnica, con cuello de camisa y, como no, su inseparable turbante. Sin duda, el perfecto estilo de la mujer árabe moderna.