Una provocativa amenaza ha recorrido redacciones y despachos ejecutivos de la radiodifusión española, sembrando el pánico en los más pusilánimes y la esperanza en los desplazados de la información deportiva. José María García, el más popular de los periodistas radiofónicos deportivos de finales de los 70 y década de los 80 puede agitar con un programa el apacible panorama, solo animado por la carrera en pos de la audiencia entre en Ser y Cope.

La posibilidad del regreso de este jubilado, creador de un estilo inigualable, basado en ejercer la crítica a mamporros, velocidad en el decir y desparpajo encarando actualidad y personajes, ha surgido a raíz de su fichaje en un programa de televisión en el que volvió a demostrar que está presto para la batalla. Este tímido retorno a un medio que nunca le ha sido generoso, lo suyo es la radio pura y dura, podría ser la vuelta al circo mediático de un periodista que supo crear un personaje que terminó devorándole y convirtiéndole en Butanito de sus peleas con todo pichi pata desde Pablo Porta, entonces presidente de la FEF hasta el más humilde botillero de un club perdido. Su estilo agitado de narrar, rozando el histrionismo, puso en marcha un modo imitado, seguido y admirado. Presto al combate dialéctico en la búsqueda de descubrir y denunciar amaños, triquiñuelas y amoralidades de directivos y profesionales del deporte, mantiene el estilo agresivo, directo y punto inquisitorial que le hiciera famoso. Sin pelos en la lengua, encara nombres y temas con superior habilidad para conectar con el respetable, al que dice servir. Capaz de analizar actualidad política o deportiva, su desembarco en una televisión minoritaria podría ser señuelo para lanzarse a la pelea de la radio deportiva. El hombre de la vara radiofónica ha vuelto, ¡tiemblen sarracenos y cristianos!