Vitoria. Una ciudad con escenarios para aforos pequeños (máximo de mil personas) muy potentes y que cuentan incluso con reconocimiento más allá de Euskadi gracias a sus programaciones. Una capital autonómica que hace tiempo renunció a grandes giras internacionales (más allá de la celebración del Azkena Rock Festival o el Festival de Jazz) tanto por falta de dinero como, sobre todo, por la ausencia de espacios adecuados, desechada hace tiempo la opción del campo de fútbol del Alavés (con una capacidad tope, más o menos, para 25.000 espectadores), lugar por el que hace ya tiempo pasaron Julio Iglesias, Alejandro Sanz o Jamiroquai (estos dos últimos superando por los pelos los 11.000 asistentes). Y entre esos extremos de lo más masivo y lo más cercano, se encuentra una Vitoria sin casi espacios medios, sin apenas lugares para giras que pueden reunir entre 2.000 y 8.000 personas. Es más, los que existen o no están en condiciones, o su precio es prohibitivo, o están secuestrados por otras actividades.

Pero quien hace este oscuro dibujo, quien resalta las graves carencias, quien asegura que es la propia ciudad la que se está auto marginando del circuito estatal no habla sin conocimiento. Detrás están los promotores y programadores que trabajan en el País Vasco, aunque los consultados prefieren mantener su nombre en segundo plano, entre otras cosas, para así poder ser más sinceros sin que ello pueda tener consecuencias.

“Gasteiz está viendo pasar un sin fin de giras que sí se hacen en Bilbao, San Sebastián y Pamplona. ¿Por qué no paran allí? Muy sencillo, ¿dónde metes a un grupo y vendes 2.000 entradas?”Respuestas por el estilo son muy comunes. No hay casi locales.

De hecho, el único que podría considerarse como operativo es Mendizorroza, donde hace unos días se reunieron 1.400 personas para asistir al concierto de Fondo Flamenco (el precio de las entradas, para hacerse una idea, estaba entre los 16 y 20 euros). El viejo pabellón, más allá del Festival de Jazz, tiene un uso deportivo que podría complementarse sin demasiados problemas con el cultural. Sin embargo, hay dos cuestiones que frenan en seco los planes del sector a la hora de dar el paso de organizar nada aquí. Por un lado, el infumable estado en el que se encuentra el edificio, con servicios cegados, olores insoportables, sillas en malas condiciones... Por otro, “el atraco” que, según dice un promotor, intenta cometer el Ayuntamiento cada vez que se quiere celebrar una actuación.

“Que el Consistorio de Vitoria te haga pagar 10.000 euros por alquilar para un concierto un polideportivo en el que no entran más de 4.000 personas, en el que además tienes que sumar gastos de escenario, montaje, barra y demás teniendo en cuenta que en toda la ciudad no existe ni un sólo lugar parecido es vergonzoso por no decir de tontos. Es la ciudad la que no quiere a determinados grupos y a determinadas giras, o por lo menos es lo que demuestra con acciones así”, explica un veterano del negocio, quien describe que, “a no ser que la taquilla funcione medianamente bien, palmas dinero sí o sí con ese precio que te ponen”.

El comportamiento del público gasteiztarra es otro tema que tiene lo suyo. Hay quien señala que Gasteiz es la única ciudad de su entorno donde la venta anticipada no funciona sin que ello signifique que el público no responda. Y hay quien critica que los espectadores potenciales son muy inconstantes, sobre todo cuando los precios de las entradas ascienden a determinadas cantidades. Pero todos los consultados señalan a lo mismo: las salas pequeñas funcionan, con sus problemas eso sí, porque tienen una programación regular. “Una actuación aislada en Mendizorroza, lo más probable que no, porque no existe costumbre. El último que actuó allí hasta hace unos días era Carlinhos Brown en 2007. Ya no hacen ni el festival aquel de hip hop, que encima en la última edición no pagó a la estrella del cartel y se canceló todo”, recuerda otro nombre propio del sector.

‘Multi¿qué?’ Lo cierto es que el relevo de Mendizorroza lo debería haber tomado hace ya cuatro años la nueva plaza de toros. Pero una legislatura y un concierto de Fito después, todo sigue igual. Ni siquiera el informe presentado hace un par de años en el Ayuntamiento para la adecuación del espacio como centro polivalente ha servido para nada.

“De verdad, es que lo de Vitoria es de coña. Podría ser un buen lugar para conciertos de entre 3.000 y 6.000 personas, todo depende de cómo lo quieras parcelar. Da igual lo de la acústica, en peores sitios hemos estado. Pero ¿y todo lo demás? ¿Cómo voy a montar un bolo en pleno otoño en un edificio donde no hay calefacción y, sin embargo, se producen corrientes?”, ríe un programador de un territorio cercano fuera de Euskadi.

Ahora las esperanzas municipales están en que sea la Diputación la que pague el millón de euros que entre unas cosas y otras van a costar las obras recomendadas en aquel olvidado informe técnico. Pero claro, eso tiene un precio y pasa porque el inmueble tenga, durante varios meses, un uso deportivo, es decir, que sea la casa del Baskonia durante su exilio de Betoño. “Es decir, estamos en las mismas que con el Buesa, no puedes programas nada”, señalan desde una promotora.

Y aquí aparece el nombre de un pabellón que acaba de iniciar su último proceso de ampliación para llegar a los 15.000 espectadores. La historia de este lugar es la clara demostración de que algo no funciona en la capital alavesa. Los conciertos han ido espaciándose cada vez más y con público cada vez menor. Incluso la última actuación se tuvo que suspender por falta de dinero (la de Joaquín Sabina), algo que pudo salvar hace un par de meses la versión teatral de Vaya semanita, aunque la obra tuvo un aforo máximo limitado. “Ves, ahí tienes un montaje que se podía haber hecho mucho mejor en Mendizorroza o en la plaza de toros, pero...”, dice uno de los consultados.

De todas formas, no hay mucha confianza en lo que puede pasar después de la ampliación del Buesa y eso aunque en los planes actuales existe la intención de potenciar su lado multiusos. “Da igual, mientras el Baskonia siga jugando allí, el deporte tiene preferencia. Además el equipo juega en Europa y suele llegar lejos en sus competiciones, es decir, ocupa más calendario que otros equipos como el Lagun Aro”, sostiene un programador, compartiendo un análisis bastante generalizado, aunque hay quien apunta una posibilidad: que se hagan programaciones específicas para los meses de julio y septiembre.

Si el pabellón de 15.000 espectadores es una realidad cada vez más cercana, no se puede decir los mismo del BAI Center, cuyo futuro está pendiente de las elecciones.

El espacio en sí es todavía una incógnita para muchos en el sector, sobre todo la sala con capacidad para 6.000 personas y esa zona más parecida a un club. Eso sí, lo que no está gustando tanto es la política que está llevando el gerente del complejo, José Ramón Villar. Varios de los consultados se quejan de falta de información. Otros de incorrección. Y algunos de cierta actitud de prepotencia. “Ha hecho una serie de comentarios sobre que cuando se ponga en marcha ese lugar, él se va a llevar por delante la oferta que ahora existe en la ciudad; sí, dijo aquello medio en broma, pero... aquí no somos tontos, en Euskadi nos conocemos casi todos y este señor debería bajarse un poco los humos”.