Vitoria. Urbanismo, sociología, pedagogía, cultura, trabajo comunitario, ecología... Hasta el próximo 29 de mayo, la sala Amárica se convierte en núcleo de discusión, en trampolín de impulso, en un espacio para compartir y proyectar. Trans-Lab Amarika. Transductores es el laboratorio donde quince experiencias colectivas alavesas atravesarán el filtro del intercambio mutuo, que tratará de derivar en archivos y nuevas redes.

Javier Rodrigo desbroza el proyecto. ¿Qué es un transductor? "Un dispositivo que cambia una energía de entrada en una de salida", define. Como ejemplo, la tecla de un piano. Movimiento mecánico, impulso eléctrico. Gasteiz es el tercer paisaje -tras Granada y Vic- en el que este filtro se entrama con las redes sociales y el contexto territorial. "No intenta imponer un conocimiento", añade Javier, que junto a Antonio Collados germinó la idea a través del Centro José Guerrero. La intención es mediar. Y que de esa mediación todos los agentes salgan mejorados y, si no unidos, al menos se conozcan y se den a conocer un poco más en su entorno.

En esta ocasión, el proyecto -que viajará después a Colombia- no buscará crear en paralelo proyectos que nazcan de cero. "Ya hay un montón de iniciativas en activo que pueden tener déficits", asegura Txelu Balboa, coordinador de la labor alavesa. Tras generar un "grupo motor" con los quince proyectos -que van desde el muralismo hasta la fotografía hasta el medio ambiente-, la fórmula irá creciendo de forma orgánica poniendo en común todos ellos "reflexiones sobre problemáticas comunes". La intención de los mediadores: "aportar ese saber al saber local y, en ese diálogo, ir avanzando".

Demasiados conceptos. Busquemos resultados prácticos. ¿Qué ocurrió, por ejemplo, en Granada? Pues que el efecto "bola de nieve" ha derivado en proyectos que se están gestando. Una performance con el que los niños tomaron el espacio público de la capital andaluza. Un archivo culinario -Retroalimentación- que derivará en la promoción de huertos en el pueblo de Peligros. Una investigación antropológica en torno a una charca amenazada por la inercia urbanística, en Motril...

Puestas en común como ésta, que -por qué no decirlo- podrían gestarse sin mediadores, a través de iniciativa propia -pero no se han hecho- buscan fortalecer el tejido social de un espacio concreto. En este caso son los mediadores los que se dedican a impulsar esas uniones, a promocionar esas labores, con un método que "interviene en una situación micropolítica", apunta finalmente Javier Rodrigo.

Se trata de compartir voces en esta suerte de "universidad experimental" que durante dos meses abre inscripción en Gasteiz, donde planteará un mapa asociativo y diferentes puertas expositivas.