hay canciones que nos convocan el recuerdo. Ritmos y melodías que son capaces, incluso, de reeditar sentimientos ya vividos que vuelven a cosquillear la piel. Hay canciones que se escuchan sin oído. Ritmos y melodías que, antes de abandonar el placer del líquido amniótico, ya pueden formar parte del repertorio vital. Pueden formar parte. Y ayudar a formarnos.

Son numerosas las investigaciones que confirman el estímulo intrauterino. En torno al ecuador del embarazo, el feto alcanza una madurez estructural que le permite disfrutar de un concierto abisal, de un live sumergido. ¿No se asemeja la columna vertebral a un contrabajo? Son, efectivamente, los huesos quienes se encargan de las labores instrumentales. La pelvis ejerce de bóveda para amplificar el sonido.

El teatro Federico García Lorca propone mañana un singular dos por uno. Bebés de hasta nueve meses y sus respectivos padres componen la primera mitad convocada. Pero también las madres embarazadas, que custodian regalos futuros en forma de otros niños, son convocadas a este juego de pasajes y paisajes, de exclusivos ritmos. Del sonido... al corazón es su evocador título.

Del sonido... al corazón, pero todo parte del silencio. Una música agradable -algunos expertos recomiendan la clásica, sobre todo el piano, o grabaciones con el sonido de las olas- provoca la segregación de endorfinas. Los latidos acompasados de la madre, su respiración de metrónomo, confirman al futuro bebé que todo sigue el camino correcto. Que todo es armonía.

Carles Pérez Collado -músico y musicoterapeuta- y Andreu Ubach -percusionista y pedagogo de la estructura sonora- serán los encargados de crear las de mañana en el centro cívico de Lakua, con dos sesiones (17.00, 18.30) de cuarenta minutos de duración con un aforo reducido en torno a la centena.

Los instrumentos baschet serán sus herramientas de trabajo. ¿De dónde surge el término Baschet? Se trata del apellido de François y Bernanrd, dos hermanos que, en 1952, descubrieron un nuevo principio acústico desembocado en una nueva familia instrumental. Su aplicación deriva en un conjunto de catorce estructuras sonoras de percusión, cuerda y cristal, que permiten penetrar en un pequeño universo de vibración, ritmo y sensaciones que buscan conectar "con los ciclos de la naturaleza y de nuestro propio corazón".

Son muchas las virtudes que se aplican a la escucha prenatal. Destaca la predisposición al aprendizaje y la memoria, al provocar una música adecuada que se facilite la unión de las células nerviosas. Antes de oír, el feto escucha. O eso al menos se deriva de las variadas investigaciones realizadas hasta la fecha. Desde la música hasta la voz -cantada o no- de la propia madre, que llega con sencillez hasta el futuro vástago por su frecuencia alta.

Del sonido... al corazón se propone mañana en el Federico García Lorca como un encuentro que llevará al estadio colectivo una realidad cada vez más presente. Madres, en solitario o en talleres, aprendiendo a acercar la música a sus inminentes niños. No hay que pecar, sin embargo, de modernez. Progenitoras cantando a sus grandes barrigas ha habido siempre. La emoción maternal es innata. Una suprema necesidad de comunicarse. Hablando. Cantando. Los niños callan, esperan. Ese silencio es la música antes de la batalla. Es la melodía perfecta, amniótica, innata, con la que ponen el compás previo a una vida llena de partituras. A una vida en la que siempre se acaba por improvisar.