Alguien podría pensar que es el sueño de cualquier jubilado: una zona de obras, un sofá, una mesa para apoyar los pies y una pequeña nevera llena de cerveza fresca. Todo ello bajo techo, sin problemas de lluvia, viento o similares. Y sí, a grandes rasgos y desde la superficie, eso es lo que puede parecer que propone el artista cubano Wilfredo Prieto en Artium. Es más, él mismo admite que le digan "que esto lo puede hacer cualquiera". Sabe cómo rebatir esa idea porque tiene argumentos para defender su creación, pero tampoco se obceca, no se cierra. "Me gustaría que me dijesen eso porque significaría que ha habido una comunicación directa". Como siempre, cada uno decidirá qué nivel de lectura quiere hacer de una producción que, eso sí, todavía está evolucionando.
Lo hace dentro del programa Praxis, esa puerta abierta del museo de arte contemporáneo a que el artista experimente con una propuesta determinada mientras el público puede participar, ver, interactuar, aportar..., es decir, llevar el taller del creador a la sala de exposiciones para ver in situ el proceso creativo.
Prieto, de quien Artium ya posee un par de piezas en su colección permanente, ha aceptado la invitación del museo gasteiztarra sobre todo porque la considera un auténtico reto, una oportunidad para investigar y experimentar por el hecho de estar trabajando a la vista del público en el proceso, "en algo que no tengo ni la más mínima idea de cómo va a evolucionar o terminar". De hecho, el joven creador cubano, que ahora mismo está mostrando también otra parte de su trabajo en el madrileño Centro de Arte Dos de Mayo, admite que "lo que estoy realizando aquí, más allá de que tenga rasgos comunes con el resto de mi trayectoria, es algo distinto, diferente a todo".
Bajo el más que explícito y largo título de Pradera constructivista y desconstructivista, vista desde el sofá de la casa con los pies sobre la mesa, el autor no engaña. Él, con todo el sentido del humor y la ironía de los que suele hacer gala, y el museo han recopilado un buen número de elementos de la construcción y los han metido bajo techo para realizar una suerte de paisaje para colocar en la pared de cualquier salón, sólo que esta vez no hay cuadro pintado ni lo que se representa es un monte, un río o cualquier otra escena de la naturaleza. Aquí la urbe toma el protagonismo y lo hace, aunque parezca paradójico, en carne y hueso.
Frente a ese cuadro real compuesto por andamios, hormigoneras, vallas, sacos de cemento, ladrillos, adoquines, señales de tráfico y demás elementos comunes a cualquier ciudad, el artista reconvierte la sala de exposiciones en hogar, en el salón de una casa. No falta nada. Ahí está el sofá para sentarse o la mesa baja para apoyar los pies. Todo sobre una alfombra que también da cobijo a un elemento fundamental en esta escenografía peculiar, una nevera con cervezas frescas y un cubo de basura propio de cualquier oficina.
"Si la gente se queda ahí, me parece bien. Quiero que vengan y se sienten, y se tomen su cerveza; habrá para todos. Y el que asegure que esto también lo puede hacer él, estupendo, significará que el primer golpe de vista ha funcionado; lo cierto es que él no lo habrá hecho, he sido yo el primero, a mí se me ha ocurrido antes", dice Prieto, para añadir que "hay personas que cuando ven un cuadro o una escultura clásica lo valoran más porque piensan en el artista y el esfuerzo que le ha costado realizar esto o lo otro. Sin embargo, puede mirar esta propuesta y creer que detrás no existe el mismo trabajo. Se equivoca, es diferente, pero no menor".
Entre sus palabras se ven dos elementos fundamentales también en su obra, la reflexión y el humor. Con esos dos mimbres se sustenta esta exposición de nombre irrepetible por lo largo que permanecerá abierta (mejor dicho, en evolución) hasta el próximo 29 de mayo. Lo que se espera del visitante es acción, hasta donde quiera, atreverse a leer, como dice Blanca de la Torre, responsable de Praxis, en los diferentes significados que se mezclan en la propuesta.
Porque Prieto habla de la ciudad, de la urbe que no para de construirse "en un museo que también está en pleno cambio" -como apunta el director de Artium-, de la naturaleza que desaparece, de la postura que adopta la sociedad ante sus cambios, de cómo se mira a un mundo que no parece conocer el límite de su expansión, de... En distintos planos, el joven autor plantea diferentes juegos a quien quiera aceptar su invitación. Incluso a aquellos que lo rechacen haciendo referencia a la supuesta sencillez y simplicidad del trabajo.
De momento, la instalación sigue su propia vida. Puede que cambie o no durante su estancia en Artium. O tal vez crezca. O...