Vitoria. Hasta la campana. Dentro de poco menos de un año, el Abierto por Obras de Santa María extenderá su visita hasta la amígdala del templo gótico, hasta las cuerdas vocales que le conectan -más allá de su imperturbable presencia- con los vitorianos. Tras caer el telón de su lona y descubrir su renovada piel, las labores de restauración y adecuación retornan al interior de la catedral, con la colocación del ascensor y un nuevo tramo de escaleras como gran reto.

La torre de la Catedral de Santa María luce sin lonas ni andamios por primera vez en siete años, completamente recuperada, mientras siguen los trabajos para hacer su interior accesible y devolverle su condición de atalaya alavesa. Y es que el objetivo principal de todo el proyecto de recuperación integral es hacer visitables cuantos espacios sea posible teniendo en cuenta las limitaciones de un edificio de estas características.

Hasta ahora, sólo es posible llegar a lo alto del campanario, y de aquí al chapitel y su linterna, subiendo una escalera de caracol estrecha y empinada, de difícil ascenso y aún peor descenso. Nada menos que 109 escalones, a los que hay que sumar otros 53 hasta el cuerpo de campanas. Dicha escalera conduce durante veinte metros desde el nivel de la catedral hasta el nivel intermedio del cuerpo de la torre, a la altura de las cubiertas de la nave de la iglesia. A partir de este punto, la escalera de madera interior, recién restaurada, salva otros diez metros para llegar al campanario, ocho más para llegar al arranque del chapitel y otros siete en el interior de éste hasta la linterna final.

Aunque estos últimos espacios no se podrán hacer accesibles -implicaría un daño no compatible con su conservación integral-, lo cierto es que en todo el cuerpo rectangular principal sí cabe la posibilidad de encajar un sistema de acceso interior que permita la visita a las personas con movilidad limitada.

El nuevo sistema de accesos se compone de una gran escalera interior y de un ascensor que aprovechará el hueco de la antigua maquinaria del reloj, un espacio no muy grande pero que permite colocarlo sin alterar la estructura original. Ambos arrancarán sobre el pórtico. La escalera llegará hasta el nivel que ahora alcanza la escalera de caracol y el ascensor hasta el campanario, donde se han eliminado ya las barreras arquitectónicas permitiendo una visita completa tanto de su interior, contemplando las campanas en su ubicación original, como de la balconada exterior, desde la que se tiene una panorámica de 360 grados sobre Vitoria y la Llanada. Un mirador privilegiado.

La escalera se construirá con madera maciza de roble y, durante su recorrido, se asomará al exterior a través de un nuevo lucernario situado sobre los tejados del pórtico, mirando al norte de la catedral, de manera que el visitante podrá hacerse una mejor idea de su orientación dentro del conjunto.

Por su parte, el ascensor tendrá capacidad para seis plazas y una cabina acristalada que permitirá al usuario tener una visión dinámica del edificio mientras asciende o desciende, mostrando detalles como las técnicas constructivas empleadas en la obra, tanto las históricas como las actuales.

Los trabajos previstos para este año cuentan con un presupuesto de 451.000 euros y permitirán que, en menos de un año, se pueda incorporar el conjunto de la torre al programa de visitas guiadas. Está previsto que se puedan recorrer los espacios situados sobre las bóvedas del pórtico y los distintos niveles interiores de la torre hasta llegar al campanario donde se podrá disfrutar de una vista inigualable.

Como se aprecia desde la calle, las campanas del campanario no se encuentran en su ubicación original sino en la plaza de Santa María, a la vista del público, hasta que se decida acometer su restauración. Sin embargo, las tres campanas del reloj -horas y cuartos-, situadas en lo alto del chapitel, han sido restauradas in situ y se encuentran en perfecto estado tanto de material como de funcionamiento. Además, se ha limpiado la maquinaria del reloj, reponiendo alguna pieza dañada de sus engranajes, y a medio plazo se instalará y se colocarán nuevas esferas de vidrio que sustituyan las de plástico, sin valor, ya retiradas.

En los últimos años la torre se ha trabajado de arriba a abajo manteniendo dos criterios: conservar el máximo de materiales históricos para mantener su memoria latente, y añadir materiales y técnicas de construcción similares a los existentes para dar continuidad al conjunto, tanto estructural y constructiva como formal y paisajística. Entre las intervenciones llevadas a cabo entre 2007 y 2011 destaca la restauración de las fábricas de piedra, la limpieza de la costra de depósitos químicos, la recuperación de los arcos del campanario -dañado estructuralmente por el incendio del siglo XIX- o la restauración de las cubiertas y las estructuras de madera interiores.