MADRID. "Era de Manresa, pero cuando vino a Barcelona se hospedó en una pensión de Las Ramblas, que era el sitio más choricero de la ciudad. Vivió muy de cerca todo el ambiente de la delincuencia de bajo nivel, de carteristas y este tipo de personajes", explica José Luis Martín, editor de la revista El Jueves.
"Makinavaja nació en el Hostal Don Quijote, donde había putas, macarras, camellos y mucho policía secreta recién salido de la academia. Hicimos amistad con ellos y nos llevaban a las redadas, y luego acabábamos tomando copas con los chorizos", recuerda Óscar Nebreda, fundador de la publicación satírica.
Estos sainetes ocurrieron en la década de los setenta, mucho antes de que Ivá se mudase a Venezuela durante cuatro años. "Regresó en 1986 y nos hizo dos propuestas geniales: 'Historias de la puta mili', con el sargento Arensivia, y 'Makinavaja'", recuerda Martín.
"La primera estaba basada en sus anécdotas sobre el servicio militar, y la otra en su experiencia de chico de provincias que llega a la capital y se aloja en medio del Barrio chino, observando toda esa fauna que luego plasmó en las historietas", añade.
De carácter popular, las dos series gozaron de amplio reconocimiento. "Eran historias que todo el mundo conocía. Ahora no tendrían ningún éxito, porque nadie sabe lo que es la mili. A la gente también le gustaba la choricería de aquella época, donde te podían robar la cartera, pero con mucho señorío", apunta Nebreda.
Las dos obras eran ejemplos de costumbrismo, un fresco de la España más hortera y casposa. "'Ivá' era tan bueno que podría haber hecho 'Paco, el carpintero' y también habría funcionado. Ha sido el mejor historietista de este país, un tipo capaz de inventar historias originales y explicarlas de forma genial", halaga Martín.
El lenguaje fue otra de las grandes armas del ilustrador, responsable de expresiones como 'cagontó' o 'po fueno, po fale, po malegro'. "Hay muy pocos humoristas que hayan creado lenguaje: Forges, Óscar e 'Ivá', que realmente hablaba así, utilizando esas palabras que luego incorporaba a sus personajes", asegura el editor.
Popeye, Mustafá, El Pirata, El Pitufo... Los personajes del humorista no carecían de complejidad, como demuestra el caso de Makinavaja, un ladrón de poca monta con ínfulas de filósofo ilustrado.
"Ahí radica la genialidad de 'Ivá', porque un chorizo no es un personaje simpático, pero él lo hace simpático con esa mezcla extraña de delincuencia, anarcosindicalismo y concienciación social", expone Martín, que describe a su ex colega como "una persona muy peculiar".
"Tenía una gran carga de ideologías de izquierda, pero al mismo tiempo era un hedonista. Esta contradicción se refleja en Maki, que es capaz de pegarle dos tiros a quien se le ponga por delante y, al mismo tiempo, de cantar con lágrimas en los ojos una canción de Frank Sinatra", detalla.
Ambas historietas destacaban por sus sólidos guiones, que luego permiteron adaptaciones al teatro, el cine o la televisión. "Respetando todas las versiones, la mejor es la que hizo en teatro Ferrán Rañé. Iba un público rarísimo, con gente joven y mucho lumpen", evoca Martín.
"En una de las escenas, cuando Maki le pegaba un tiro a un policía, muchas veces se escuchaban gritos desde las butacas que decían: '¡Muy bien!'. Era un cierto tipo de público que iba al teatro a jalear a su héroe popular", puntualiza.
Por desgracia, Ramón Tosas murió en 1993 en un accidente de automóvil. "Hemos perdido a toda una serie de humoristas, como 'Ivá' o Perich, que eran muy necesarios. Con la que está cayendo ahora mismo, seguro que habrían hecho maravillas", sentencia Nebreda.