Dirección: Lisa Cholodenko. Guion: Stuart Blumberg y Lisa Cholodenko. Intérpretes: Julianne Moore, Annette Bening, Mark Ruffalo, Mia Wasikowska, Josh Hutcherson y Yaya DaCosta Nacionalidad: EEUU 2010. Duración: 109 minutos.
Al parecer, fue durante el montaje de la que sería su primera película, High Art, cuando Lisa Cholodenko se enamoró a la música de Joni Mitchell. Desde entonces, Lisa Cholodenko permanece fiel a dos premisas, a las canciones de Joni y a su querencia por ilustrar melodramas sentimentales en torno a relaciones sentimentales tratadas sin tremendismo argumental ni subrayados innecesarios. Dicho de otro modo, Lisa Cholodenko, una directora forjada bajo las directrices de Milos Forman, sigue, como Pedro Almodóvar en clave femenina, las huellas de Douglas Sirk: Es decir, levanta melodramas con toques de comedia para apuntalar indisimulados ajustes de cuentas trufados con aromas autobiográficos.
Rescatemos una secuencia de Los chicos están bien para ilustrarlo. En ella, el personaje de Annette Bening, que guarda un escalofriante parecido con el de la propia Lisa Cholodenko: mismo corte de pelo, mismas gafas y misma pasión por las canciones de la compositora canadiense, entra en trance mientras entona una canción de la Mitchell acompañada por el donante del semen con el que ella y su compañera han tenido dos hijos, ahora ya adolescentes. Ese momento de felicidad extrema, de concordia absoluta, será seguido por el de un descubrimiento terrible, el del engaño y la traición que dará lugar a una composición admirable durante la que el personaje de Bening, o sea el personaje de Cholodenko, a duras penas controla su ira.
En esa contención tensa e intensa, Cholodenko esculpe las señas de identidad de un cine extraño del que se sale bajo el estigma del anonadamiento. Si leemos literalmente lo que Los chicos están bien expone, su historia se resume en una idea central: los hijos son de quienes los crían. De ahí que el donante de semen recuperado por la demanda de sus hijos biológicos y su curiosidad por saber de dónde proceden, sea tratado como un alienígena. Ese padre seminal que encarna la otredad, es lo que debe quedar fuera.
Pero con Cholodenko las cosas siempre resultan menos simples de lo que aparentan. Cholodenko subvierte los roles, su marco familiar es ortodoxo, incluso reaccionario. Hay dos madres, pero una encarna un rol masculino y como tal se comporta: macho dominante, actitud de suficiencia, voz de mando y pose autoritaria. Ser una pareja de madres no les otorga un marco de relaciones más igualitario ni les concede mejores cualidades por mucho que en un momento al hijo se le diga que es una lástima que no sea gay, porque de serlo tendría más sensibilidad.
Los chicos están bien se mueve en el terreno de la producción bien hecha y mejor interpretada. Es cine de personajes forjado por actores que lo son de verdad. Pero en cuanto a su naturaleza de ensayo sobre las relaciones humanas, Cholodenko describe una crónica familiar altamente inquietante. Se diría que hay un desplazamiento significativo entre lo que se expone y entre lo que se impone. En algún modo, su arranque argumental guarda una lejana relación con Mamma Mía!, la diferencia es el matiz y la intención. Poco amable con la figura paterna, una verdad se graba. Una constatación que se puede hallar en los poemas de Joni Mitchell. "No podemos volver atrás, solo observar desde dónde vinimos y seguir rodando...". Eso es lo que les recuerda el hijo adolescente a sus dos madres tras haber echado al padre del paraíso. "Sois demasiado viejas para separaros", les dice, reforzando así una actitud conyugal llena de empalagosa resignación. Esta crítica de afilada hoja y venenoso óxido rasga la esencia familiar sin que aparezca claro que sea ésa la intención de Lisa Cholodenko.